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La ONU controla a 44.000 votantes serbios en Kosovo para prevenir el fraude

Jorge Marirrodriga

La ONU logró ayer su propósito de evitar que, en caso de fraude con los votos kosovares, le cuadren los números al presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic. El control ejercido por la misión de la ONU en Kosovo (Unmik) determinó que sólo un máximo de 44.000 personas habría participado ayer en las elecciones en territorio de Kosovo. El domingo transcurrió sin incidentes de importancia, gracias al fuerte despliegue de la fuerza internacional para Kosovo (Kfor) y a la decisión de los líderes albaneses de evitar provocaciones.

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"Se puede concluir que no ha habido un voto significativo en las áreas serbias", señalaba ayer el responsable máximo de la ONU en Kosovo, el francés Bernard Kouchner, quien, a pesar de ello, opinaba que "todavía estas elecciones pueden ser objeto de algún tipo de manipulación". La Unmik envió a 260 equipos de testigos por todo el territorio kosovar. Se trataba de parejas de funcionarios de la ONU con coches equipados con radio, y su misión consistió únicamente en contar a las personas que entraban en cada colegio electoral. Éstos fueron instalados tanto en escuelas como en viviendas privadas cuyos propietarios recibieron una gratificación económica del régimen serbio. Otros 60 equipos se estuvieron moviendo durante todo el día para tratar de detectar mesas fantasma que pudieran justificar la aparición a última hora de más votos a favor del mandatario yugoslavo."Con este sistema hemos establecido el número máximo de personas que ha podido votar, que es de 44.167, aunque nadie nos dice que algunos no hayan podido votar o, simplemente, aprovecharan el domingo para visitar a sus familiares", explicó Kouchner. "De hecho, la cifra que ofrecemos es muy posible que esté sobredimensionada", añadió. El responsable de Unmik se mostraba satisfecho especialmente por la ausencia de incidentes, aunque el hecho de que las urnas cerraran a las cuatro de la tarde evitó sumar a la jornada electoral el rosario de incidentes que se producen todos los días en Kosovo al caer la tarde.

En el principal enclave serbio de Kosovo, la ciudad norteña de Mitrovica, dividida por el río Ibar en un sector albanés y otro serbio, los únicos dos colegios electorales instalados allí registraron una importante afluencia de votantes durante toda la mañana. Primero lo hicieron los más mayores, la mayoría de los cuales se decantaba por Milosevic. "Es el único que puede controlar la situación. Se lo merece todo", aseguraba una mujer, que culpaba a la OTAN de la precaria situación que viven los serbios de Kosovo y negaba que hubiera habido limpieza étnica. "¿Cómo eran las cosas en 1981, cuando todo estaba en manos de los albaneses? ¿No es eso limpieza étnica? Lo de las fosas comunes es un invento de los políticos". La mujer sale junto a su marido de una escuela serbia en la que cada clase está presidida por la bandera federal yugoslava y el escudo de Serbia. Retratos de los héroes militares serbios cuelgan en todos los pasillos y no hay una sola pista -un dibujo en un papel, trazos en la pizarra, pupitres pequeños, algún cuaderno perdido por su dueño o virutas de lápiz- que indique que allí acuden niños diariamente a recibir clase. "Votaremos a Milosevic, porque es el único que puede devolver Kosovo a los serbios", afirma otra pareja con gesto serio mirando hacia la puerta del colegio, donde un vehículo blanco de Naciones Unidas con dos personas en su interior presencia el trasiego de votantes.

La parte serbia de Mitrovica es muy similar a cualquier ciudad de Europa occidental, con un aspecto marcadamente urbano, en contraste con la parte albanesa, situada al otro lado del río, que tiene un aspecto mucho más rural. Las calles del lado serbio están limpias y los comercios presentan sus estanterías y escaparates poblados de mercancías. Todos los coches llevan matrícula y no hay el tráfico anárquico que se sufre en el lado albanés. A medida que avanza la mañana comienzan a llegar los jóvenes, muchos matrimonios con sus hijos pequeños, votantes en su mayoría del principal candidato opositor, Vojislav Kostunica. "Milosevic es el responsable de todo lo que ha pasado, los jóvenes apostamos por Kostunica", explica Dragan, que ha acudido a votar con su mujer y su cuñado. Ninguno de los tres ha cumplido los 25 años. "Naturalmente que creo que habrá fraude, pero no será tan masivo como dicen. No se atreverán a falsificar más de 2.000 o 3.000 votos", opina. Otros jóvenes salen del colegio y gritan a los periodistas: "¡Escribid que éstos ya han comenzado a robar votos!". Dragan lo escucha y sonríe. "Bueno, tal vez falsifiquen algunos más".

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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