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LA MERCÈ 2000

El Raval, a ritmo de rumba

Mientras el sonido de las gralles acompañando a los últimos gigantes y bestias de fuego se extinguía en la Rambla, en la cercana Rambla del Raval un desfile de moda nada convencional entretenía la espera ante la anunciada explosión rumbera que inauguraría la nueva vía barcelonesa. Idóneos primeros pasos para un enclave absolutamente multiétnico.A las 22.30, en un extremo de la nueva Rambla del Raval el tiovivo de Royal de Luxe sorprendía a niños y adultos por su magia apocalíptica, como de pesadilla de Jules Verne. En el otro, sobre el escenario, desfilaban a los sones de Lili Marlenne modelos de las tiendas de ropa de la calle de la Riera baixa. Por fin, con más de media hora de retraso, Johnny Chipén Tarradellas se alzó sobre las tablas, guitarra en mano, recordando que la rumba había nacido allí al lado.

Cinco generaciones de rumberos barceloneses desfilaron por el escenario para presentar en directo Som la rumba. El ventilador marcó su ley siempre festiva y un público numeroso pero no tan multitudinario como podía esperarse pareció pasárselo en grande. Tarradellas, ayudado de un sinfín de nombres históricos (desde los Amaya, Petitet y el Tío Polla hasta los más jóvenes como Sicus o Chipimaya, pasando por bandas emblemáticas como AiAiAi, Estrellas de Gràcia y Los Manolos), ha establecido un recorrido por las muchas caras de este ritmo tan barcelonés (sin dejar de lado la cara cubana representada en la noche del viernes por Compay Gallo).

Pasada la medianoche, en la plaza de Catalunya, un grupo bastante más numeroso de barceloneses se había congregado para asistir a la nueva reencarnación de la Orquesta Mondragón. Como si el tiempo no hubiera pasado, Javier Gurruchaga, vestido con chaqueta de leopardo y sombrero tejano, volvió a oficiar de gran sacerdote del disparate musical iconoclasta.

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