Trasvase del Ebro: empieza la movilización
Se veía venir. Todo el mundo lo tenía más o menos claro. La amenaza de un trasvase planeaba desde hacía tiempo por las tierras del Ebro. Pero la sorpresa, además, ha llegado por el volumen de agua que se ha previsto detraer incluido en el Plan Hidrológico Nacional (PHN): 1.000 hectómetros cúbicos. La respuesta no se ha hecho esperar. Hace una semana se oficializaba con una primera manifestación, espontánea, la creación de la Plataforma de Defensa de l'Ebre, que pretende aunar todos los esfuerzos de los opositores al trasvase en las comarcas de Tarragona. Y ayer la organización se estrenó con la convocatoria de una concentración que reunió a un millar de personas, una cifra importante para las comarcas del Ebro. Era el preludio de la asamblea constituyente de la Plataforma de Defensa del Ebro que se celebrará hoy en Zaragoza y que integrará a los municipios de toda la cuenca del río.Pero el plan ha consolidado dos posiciones: la de quienes están radicalmente en contra de cualquier desvío de agua, por mínimo que sea, y la de quienes, pese a definirse en contra, recuerdan que la aprobación del PHN es inevitable con la mayoría absoluta del PP, por lo que consideran que lo más razonable es tratar de obtener el máximo beneficio posible para las comarcas del Ebro. Ésta es la postura, en general, de los alcaldes convergentes de la zona.
No obstante, ni los alcaldes, como el de Amposta, Joan María Roig, ni los partidarios del trasvase se atreven a dar por válida la cifra de caudal que se va a desviar hacia Barcelona y el levante español. Roig asegura que los 1.000 hectómetros es "una cuestión que está por discutir", aunque admite que es un volumen muy inferior al previsto en su momento por el ministro socialista Josep Borrell, que era de 1.800. El alcalde, que considera que el sentimiento opositor al trasvase está sobredimensionado, llama al consenso en la zona para marcar las estrategias de defensa de sus intereses. En este sentido, Roig recuerda que el caudal del río fijado por el plan debe preservar el difícil equilibrio de los ecosistemas del delta, pero, también, garantizar las necesidades de la zona, como el riego en la Terra Alta. Otra alcaldesa convergente, la de Xerta, Roser Caballería, dice comprender el pragmatismo del que se acusa a los menos beligerantes: "Debemos ser realistas, parlamentar y ver qué podemos sacar. Y lo que podemos sacar son garantías: de un caudal ecológico, del proyecto de navegabilidad...". La alcaldesa recuerda que en torno al río se ha generado la riqueza de la zona y la navegabilidad, uno de los proyectos dinamizadores de la zona, destinado a constituir una industria turística. La Generalitat ya ha hecho una inversión de más de 1.000 millones de pesetas.
Ahora, este proyecto, del que no se habla en el PHN, es una incógnita: "quién asegura un caudal ecológico, cuando ya se tenía que asegurar un mínimo caudal para la navegabilidad y se está incumpliendo", afirma Caballería. En Xerta, localidad desde la que se prevé realizar la toma de agua, los ciudadanos están, según la edil, "con el mismo sentimiento de siempre: otra bofetada más". Caballería recuerda que las comarcas del Ebro son las más deprimidas, afectadas por las tasas de paro más elevadas de Cataluña, "y necesitadas de algo que nos saque del desencanto".
En el extremo opuesto están los miembros de la plataforma. Manel Tomás, portavoz de la misma, asegura que el agua del Ebro "se está utilizando como moneda de cambio entre Pujol y Zaplana por la cuestión de apoyos en la financiación autonómica". La plataforma, que pretende constituirse en cada municipio de la zona y forzar a que cada ayuntamiento se defina respecto al trasvase, convoca cada semana una manifestación en Tortosa y ya ha preparado las alegaciones al proyecto de trasvase. "Reclamamos otro tipo de gestión hidráulica: es un proyecto insolidario; es más un programa de obras que el PHN. No hay gestión de aguas, no se habla de las hectáreas de riego... ¿cómo se puede aprobar un plan hidrológico si no se ha aprobado el Plan Nacional de Regadíos?". La coordinadora, embrión de plataforma y una muestra del histórico recelo en la zona que cederá agua del río, inició su andadura en 1989 a raíz de una propuesta de Joaquim Molins (CiU) para derivar agua del río hacia Barcelona. "Nos comimos el mundo entonces", dice. El proyecto no se llevó a cabo nunca.
Falta por ver si la hazaña se puede repetir ahora. Están dispuestos a acudir a las instituciones europeas para denunciar la agresión medioambiental que supondría el trasvase para la zona deltaica. "Los caudales de los que hablan no existen", asegura el portavoz, que explica que el plan se ha basado en la media de caudal del Ebro del último siglo, mientras que en los últimos años éste está descendiendo peligrosamente. "Y falta por analizar el impacto de los 100 embalses previstos en la estabilidad del delta, en la regresión y salinización".
Pescadores, mariscadores, agricultores, cazadores y alcaldes del tramo final del río aseguran que la cuña salina está adentrándose cada vez más y está ganando la batalla al agua dulce. Recuerdan que ya se hizo el trasvase hacia el Camp de Tarragona sin compensaciones y ahora temen otra bofetada más.
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