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Reportaje:

Sueños poco realistas de la NASA para Marte

La búsqueda de rastros de vida en el planeta rojo distorsiona los planes de exploración científica

El problema de la ciencia es que la naturaleza es honrada. No siempre te da las respuestas que deseas. La NASA ha declarado que la prioridad número uno de sus futuras expediciones a Marte será la de buscar vida. Sin embargo, todos los intentos de encontrar pruebas de la existencia de marcianos han fracasado por el momento, y empieza a parecer que, después de todo, podría no haber agujas en ese pajar. Incluso la información de 1996 sobre la posible existencia de fósiles de bacterias marcianas en un meteorito lanzado a la Tierra desde el planeta rojo tiene la reputación destrozada. Pero Marte sigue burlándose, exponiendo fugazmente un pasado más húmedo e incluso un presente esporádicamente acuático, según indicios descubiertos recientemente.

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Donde hay agua, espera la NASA, habrá vida. "Prácticamente en todos los lugares donde los biólogos descubren agua líquida, moléculas orgánicas y energía, encuentran vida", afirma Ed Weiler, director adjunto para la ciencia espacial en la agencia estadounidense. Pero los escépticos alegan que el énfasis en la biología marciana, que puede que no haya existido nunca, está alejando todo un programa de cuestiones más interesantes aunque menos populares sobre la historia y el medio ambiente de Marte.James Lovelock, el científico que concibió la hipótesis de Gaia, que compara la Tierra con un organismo que se autorregula, ve con escepticismo la búsqueda de la NASA en Marte. Lovelock trabajó en misiones de la NASA en la década de los sesenta, pero creía que la búsqueda de vida estaba condenada al fracaso. En su opinión, "la vida se proclama como un fenómeno global", y deja una huella clara en la atmósfera de un planeta. Ahí es donde pensaba que deberían buscar las misiones; aunque, en cualquier caso, consideraba que la atmósfera de Marte era la de un planeta sin vida.

Microbios marcianos

Pero las objeciones de Lovelock a los planes de la NASA de realizar exploraciones con robot, posteriormente hechos realidad con las misiones de los módulos de descenso Viking en los setenta, cayeron en oídos sordos. Sigue convencido de que el dinero estaría mejor empleado en aprender más sobre la historia y la geología del planeta que en peinar las polvorientas llanuras en busca de vida. "Están desesperados por encontrarla", dice, "no se están comportando de una manera muy científica".

Las misiones de la NASA nunca han sido puramente científicas. Lovelock afirma que en los años setenta le dijeron que lo que los políticos estadounidenses ansiaban de las misiones espaciales era que mostrasen a sus votantes fotografías llamativas. Ciertamente, los módulos de descenso Viking se las proporcionaron.

Ahora la NASA tiene un sueño más grande que vender, como revela la declaración de su misión: "Durante las primeras décadas del siglo XXI, los exploradores de la Tierra podrían poner pie en Marte y ampliar la frontera humana". No hay forma de confundir la procedencia de esa última palabra: ¿no ha crecido toda una generación de ciudadanos estadounidenses con la visión del "espacio: la frontera final"?Pero nadie puede vender el sueño de colonizar un planeta como Venus, cuya agostada superficie se asa a 400º centígrados, bajo nubes cargadas de ácido, ni un blando gigante gaseoso como Júpiter. Sin embargo si se encontrasen signos de vida, pasados o presentes en Marte, el mensaje sería claro: las personas pueden vivir allí.

El ansia por retratar a Marte como un planeta potencialmente habitable se hizo evidente en los anuncios del pasado junio. La nave orbital Mars Global Surveyor había encontrado indicios de una corriente de agua reciente en Marte: fotos de surcos excavados en las paredes de los cráteres que parecían arroyos descendiendo por la pendiente de una colina. Reciente se utiliza aquí en un sentido geológico, y significa en algún momento dentro del pasado millón de años más o menos; un simple abrir y cerrar de ojos en la historia de un planeta.

Los canales que asemejan valles de ríos se conocen desde hace tiempo en Marte, pero sólo en regiones donde el gran número de cráteres producidos por meteoritos indica que la superficie tiene miles de millones de años. Los nuevos surcos aparecieron en un terreno con muy pocos cráteres.

Michael Malin y Kenneth Edgett, dos científicos del proyecto, propusieron que los surcos debían ser el resultado de afloramientos de agua bajo la superficie marciana, que queda al descubierto cuando se desmorona el borde de un precipicio. Aunque el agua expuesta se helaría rápidamente, se podría producir una corriente repentina cuando el agua irrumpe a través de una capa de hielo.

Estos resultados siguen siendo intrigantes; pero Malin los aprovechó enseguida para fomentar el "espíritu de exploración" de la NASA. "Uno de los aspectos más interesantes y significativos de este descubrimiento es lo que podría significar si los exploradores humanos llegan a ir a Marte", dijo, explicando que estos intrépidos pioneros no sólo podrían beber el agua, sino también descomponerla en hidrógeno y oxígeno para utilizarla como combustible de los cohetes.

No todo el mundo cree que estos surcos hayan sido necesariamente causados por corrientes de agua. Se encuentran cerca de los polos marcianos, donde hace mucho frío, y en pendientes de cráteres donde no da el sol. Lovelock no da crédito a la interpretación oficial. Prefiere la que han dado los científicos australianos: los canales fueron trazados por dióxido de carbono líquido. El dióxido de carbono congelado constituye la mayor parte de los casquetes polares de Marte.

Estos serán pronto asuntos candentes. La NASA tiene que decidir adónde enviar las próximas misiones de módulos de descenso. El pasado mes anunció que enviará dos vehículos robóticos idénticos a Marte en 2003, comparables al muy exitoso todoterreno Sojourner de la misión Pathfinder de 1997. Para buscar vida fósil, los científicos de la NASA tienen que decidir dónde hay más probabilidades de encontrarla. Su estrategia es "seguir el agua".

Esto en sí tiene sentido, dado que la mayoría de los científicos están de acuerdo en que el agua líquida es esencial para la vida. Pero hasta los investigadores más optimistas piensan que hay sólo una posibilidad muy remota de encontrar microbios marcianos vivos y en buen estado en depósitos de agua del subsuelo; la evidencia de antiguos organismos ahora extintos es probable que se agrupe alrededor de las orillas de los lagos desecados. Pero ¿cómo se podría saber si un cráter, por ejemplo, estuvo alguna vez lleno de agua? Una posibilidad es que el agua evaporada hubiese dejado depósitos salinos: el agua marciana sería probablemente tan salobre como nuestros océanos. En la Tierra, los lagos estacionales temporales dejan tras sí sal disuelta en forma de evaporitas blanquecinas.La aparente ausencia de dichos depósitos alrededor de los surcos divisados por la Mars Global Surveyor plantea otro problema para achacar su formación a la erosión causada por el agua. Uno de los principales candidatos a ser considerado como un depósito de evaporitas de un antiguo lago marciano es la formación superficial conocida como White Rock, una región de color claro de unos 15 kilómetros de ancho descubierta en la década de los setenta.

Pero a comienzos de este año, la Mars Global Surveyor envió un análisis de la composición de White Rock que indicaba que quizá no sea tan diferente de la roca más oscura que la rodea. Esto fue un chasco para todos los que esperaban que esa región permitiese detectar los potenciales depósitos de evaporitas a los que se podrían enviar los futuros módulos de descenso en Marte.

La NASA tiene tres años escasos para decidir adónde enviará a sus exploradores móviles en busca de vida. Y Marte es muy grande. ¿No sería mejor aconsejarles que se olvidasen de los posibles fósiles y simplemente se preguntasen cuáles podrían ser las regiones más interesantes desde el punto de vista científico para deambular por ellas?

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