Washington exige a Indonesia que acabe con las milicias en Timor
El secretario de Defensa norteamericano, William Cohen, exigió ayer al presidente de Indonesia, Abderrahman Wahid, el desmantelamiento inmediato de las milicias integracionistas en Timor bajo la amenaza de sanciones por parte de la comunidad internacional y de Estados Unidos, cuyo Gobierno está dispuesto a bloquear su ayuda económica y militar al régimen de Yakarta. Wahid, mientras, anunció ayer el cese del jefe de la Policía Nacional tras los últimos atentados perpetrados en la capital indonesia.
William Cohen afirmó que la comunidad internacional confía en las reformas democráticas iniciadas por el Gobierno de Wahid, pero calificó de "insuficientes" las medidas adoptadas tras el asesinato de cinco funcionarios de las Naciones Unidas (tres extranjeros y dos locales) en Timor Occidental. Cohen explicó que si el Gobierno de Yakarta fracasa en el desmantelamiento de las milicias, entrenadas, dirigidas y protegidas por algunos sectores del Ejército indonesio, la comunidad internacional "revisará su ayuda económica a Indonesia" y EE UU bloqueará sus relaciones militares con Yakarta. El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial destinan anualmente importantes ayudas económicas a Indonesia. Tras el asesinato de los funcionarios de Naciones Unidas, el presidente Wahid se comprometió en la ONU a enviar "dos batallones de confianza" para restablecer el orden en Timor y desarticular las violentas milicias que continúan sembrando el terror en ambos lados de la isla, la antigua colonia portuguesa y el área de Indonesia donde aún permanecen más de 100.000 refugiados de Timor Oriental. Sin embargo, nada se sabe de esos dos batallones del Ejército y las milicias continúan en activo bajo la cobertura del Ejército. Para colmo, el ministro de Defensa asistió la semana pasada en Bali a una cumbre con los responsables de la ONU acompañado del máximo dirigente de las milicias Aitarak, Eurico Guterres, uno de los más claros responsables de las matanzas en Timor Oriental tras la victoria independentista en el referémdum del 30 de agosto de 1999.
Tras la reunión, el administrador de la ONU en Timor Oriental, el brasileño Sergio Vieira de Mello, se mostró "muy escéptico" con las promesas realizadas por el ministro indonesio y calificó de "broma de mal gusto" las garantías de paz y seguridad ofrecidas por Eurico Guterres a las organizaciones humanitarias. Vieira de Mello y el responsable de la resistencia timorense, Xanana Gusmao, afirmaron "no creer en ningún plan global para resolver los problemas en Timor hasta que no sean desmanteladas las milicias".
Por otro lado, el Gobierno indonesio no permitirá, por el momento, la entrada de una misión de las Naciones Unidas para revisar la situación en Timor. Yakarta alega que "sería contraproducente en la situación actual y provocaría serios problemas internos". De esta forma, el Gobierno, seguramente muy presionado por el Ejército de Yakarta, desafía abiertamente una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
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