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Las 35 horas sólo benefician a unos 40.000 trabajadores, menos del 2% de los ocupados

La semana de 35 horas no ha cuajado. La principal reivindicación lanzada por los sindicatos hace dos años va perdiendo fuelle a medida que pasa el tiempo. En Cataluña, la media de horas trabajadas sigue anclada en las 37 horas a la semana. Con una población ocupada de 2,4 millones de personas, menos de 40.000 tienen la semana de 35 horas. Las grandes administraciones, la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona, no la aplican, y las empresas industriales apenas se acogen a los incentivos de reducción de jornada. La patronal, Fomento del Trabajo, considera que las 35 horas reducen competitividad.

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Sólo algunos ayuntamientos (véase el gráfico) han incluido las 35 horas en sus convenios. También lo han hecho las filiales de Fomento de Construcciones (FCC) que se encargan de la recogida de basuras en municipios del área metropolitana de Barcelona. Por su parte, sociedades de envergadura como la multinacional Chupa Chups, en el sector de la alimentación, y la metalúrgica Lucas están negociando convenios en los que se incluyen las 35 horas. Pero en las grandes empresas metalúrgicas y químicas, y en los grupos representativos de otros sectores en auge, como la alimentación y la nueva economía, apenas se experimentan tímidos avances en la reducción del tiempo de trabajo.En las empresas que han pactado pequeñas reducciones de trabajo, los sindicatos están poniendo ahora el énfasis en la negociación salarial, sobre todo, después del aumento de la inflación, que en Cataluña alcanza ya el 4,1%, medio punto por encima de la media española.

"Una medida como las 35 horas sólo puede avanzar de verdad a través de una ley, como ha pasado en Francia,", dice Carmen Rangil de UGT, quien añade que, pese a ello, el tiempo de trabajo se está reduciendo lentamente. Los sindicatos proclaman que la experiencia de Francia es un éxito rotundo y que ha servido para reorganizar mejor el trabajo en las grandes compañías, como ha ocurrido en Rhone-Poulenc, Elf-Aquitaine y Eurodisney. En el país vecino se han cerrado más de 4.900 acuerdos entre sindicatos y empresarios y actualmente 3,6 millones de trabajadores tienen la semana de 35 horas.

Por su parte, la patronal Fomento del Trabajo nunca creyó en la semana de 35 horas y no la ha defendido ante sus afiliados. El presidente de Fomento, Juan Rosell, acaba de publicar un libro junto al economista Joaquín Trigo en el que expresa que reducir la jornada perjudica a la competitividad de las empresas.

Las horas extraordinarias impiden reducir la jornada y crear empleo, según los sindicatos

La alimentación, el metal, la construcción, el transporte, los servicios, la hostelería, el comercio y el juego son de momento los sectores cuyos convenios se han cerrado con reducciones significativas del tiempo de trabajo, pero sin llegar a las 35 horas semanales.Sin embargo, los sindicatos señalan que las reducciones pactadas en estos sectores han sido mucho menores en la práctica a causa de las horas extraordinarias y del tiempo de trabajo no computado. Los sindicatos resaltan que estas dos prácticas resultan habituales en el textil (80.000 trabajadores en Cataluña), el transporte de mercancías (20.000 empleados), el curtido y la piel (8.000), y las empresas de trabajo temporal, que emplean en total a unas 6.000 personas en puestos administrativos.

En la banca y las cajas de ahorro, la jornada se ha reducido hasta un promedio de 37,5 horas semanales, pero en este sector de jornada intensiva se trabaja a veces por las tardes en horas fuera de convenio.

"En algunos casos, la reducción de horas está siendo frenada por la utilización fraudulenta de los contratos de tiempo parcial", afirma Juan Manuel Tapia, de Comisiones Obreras. Algunas empresas contratan a tiempo parcial a dos o más personas para cubrir una plaza que debería generar el contrato a tiempo completo, resalta Tapia. En las últimas semanas, los sindicatos han denunciado por fraude a varias empresas de limpieza a causa de estas prácticas.

Tapia señala que se está reduciendo la jornada a un ritmo anual de entre 8 y 16 horas en sectores como la limpieza, la recogida de basuras o el textil. Pero este ritmo es lento, ya que falta reducir unas 200 horas de trabajo anuales para alcanzar las 35 horas semanales, y harían falta décadas para llegar a esa reducción de horas.

Los sindicatos más representativos, UGT y CC OO, consideran que no se avanzará hacia las 35 horas sin una ley que ampare este cambio, como ha ocurrido en Francia. No obstante, ven con buenos ojos el decreto de Generalitat de 1998 que da incentivos a la creación de empleo como consecuencia de la reordenación y reducción del tiempo de trabajo o de las horas extraordinarias.

El incentivo de la Generalitat a la reducción de jornada no ha tenido éxito, pese a que las empresas pueden reducir hasta un 20% de las cuotas a la Seguridad Social, siempre que se reduzca jornada y se contrate a trabajadores menores de 30 años en paro durante un periodo de 12 meses, desempleados de más de 45 años y disminuidos sin trabajo.

El decreto de la Generalitat también prevé la reducción del 25% del importe mensual de la cuota para las mujeres contratadas a tiempo completo. Las empresas pueden sumar, además, la ayuda de la Generalitat a las aprobadas hace tres años por el Gobierno central por contratar a trabajadores disminuidos.

El Gobierno catalán aceptó incluir estos incentivos en el Pacto de Empleo, firmado en 1998, para conseguir a última hora que los sindicatos firmaran el acuerdo, pero de poco ha servido la medida. Por esta vía indirecta sólo se han creado 800 nuevos empleos en dos años, afirman los sindicatos. Estos puestos de trabajo corresponden a una docena de empresas que se han decidido a reducir o reorganizar los turnos de trabajo para crear empleo y beneficiarse de los incentivos.

Algunas de estas empresas son miembros de la patronal Pimec, que se ha mostrado más abierta que Fomento del Trabajo a la hora de defender estos incentivos entre sus empresas.

Los sindicatos consideran ahora que el decreto de la Generalitat sirve sobre todo como instrumento incentivador de contratos indefinidos y muy a menudo intentan trasladar su contenido a la negociación colectiva.

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Un siglo de lucha en Cataluña

La reducción de la jornada ha sido el centro de los debates sindicales y uno de los ejes de la política de empleo a lo largo del último siglo. La vieja UGT de inspiración socialista incluía la reducción en sus documentos fundacionales.El escenario de fondo estaba marcado en aquella etapa por jornadas de trabajo larguísimas y por un entorno industrial en el que sólo el 14% de los trabajadores tenían el beneficio de las ocho horas.

La lucha por la reducción de la jornada tiene un hito fundamental con la huelga general de Barcelona de 1902. La jornada de ocho horas no llegó hasta 1919, aunque, durante mucho tiempo, la mayor parte de la población ocupada se regía por pactos bilaterales,empresa-trabajador, al margen del amparo legal y orientados hacia jornadas de entre 10 y 15 horas.

El primer despegue de la economía española marcó un primer cambio: la población ocupada aumentó en toda España en 260.000, gracias a la reducción de jornada.

Este clima favorable a la reducción se hizo mucho más visible durante de II República, un periodo marcado por la Ley de Largo Caballero, ministro de Trabajo, que situó la jornada semanal en 48 horas y ocho horas diarias, como máximo. Además de la jornada, el reglamento de Caballero reguló, por primera vez, las condiciones laborales y la formación profesional, aspectos que influyeron en los movimientos sindicales y en los diseños fordistas de sectores en expansión, como el metalúrgico, y en textil, todavía muy implantado en las colonias de las cuencas del Llobregat, el Besòs y el Ter.

Tras la dictadura, en 1976, los sindicatos retomaron el asunto de la reducción de jornada. El entorno internacional entró en escena de forma decisiva en 1979, cuando la Confederación Europea de Sindicatos adoptó en Múnich pidió la reducción del 10% del tiempo de trabajo sin pérdida de salario. A partir de aquí, la jornada ha ido evolucionando al ritmo europeo.

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