Visita a un enfermo
Respetar una sentencia
Qué alegría levantarte un lunes a las siete de la mañana y llegar al hospital Gregorio Marañón para intentar ver a un buen amigo que ingresó el día anterior en urgencias a causa de una bronconeumonía aguda.Tenemos que estar todos muy agradecidos, puesto que es en este hospital donde se encuentran los mejores medios para el tratamiento de los pacientes infectados por el VIH; es decir, por el síndrome de inmunodeficiencia adquirida.
¡Qué suerte la mía! Por llegar a primerísima hora de la mañana, después de pasar toda la noche sin dormir y sin obtener la más mínima información sobre su estado... ¡Porque, evidentemente, señores, información por teléfono no dan!
¡Qué maravilla cuando una señorita muy amable me grita diciéndome que son muchas las personas que están esperando ver a sus familiares y que hasta que cambien de turno no podemos pasar a verlo...! Y de esta manera, insisto, ¡qué suerte la mía!, después de dos horas nos llaman por unos altavoces; ¡por fin, ya podemos pasar!
Qué experiencia tan grata ha sido ver a la gente amontonada en camas, ancianos agonizando, drogodependientes suspirando por un cigarrillo... Pero mi objetivo ya está cumplido: por fin, después de casi doce horas, consigo ver a mi amigo.
Cuando salgo del hospital y me cruzo con una señora que reclamaba insistentemente ver a su padre y oigo a la enfermera-funcionaria de turno que le dice: "Señora, tenga paciencia, son las normas. Estamos en un proyecto de mejoría", irremediablemente, no he podido contenerme. ¡Dios mío! En un proyecto de mejoría. Pero qué nos están contando.
Qué alegría, una vez más, darse cuenta de que seguimos en un país tercermundista, que nuestros impuestos no sirven absolutamente para nada y que la sanidad pública sigue siendo desconsiderada con los más débiles.- Cristina Fernández Lozano. Madrid.
La gente es muy libre de elegir entre la iglesia y un club de alterne. Incluso es libre de asistir a los dos. Pero la ley no elige, es igual para todos. La Gerencia de Urbanismo, dependiente del excelentísimo señor alcalde, hace muy bien en ordenar el cierre de un club de alterne que incumple las normas y en denunciarlo por el delito penal de incumplir la orden, si la incumple.Yo me pregunto si, presentada la denuncia, ordenando dicho cierre el tribunal correspondiente, el club podría mostrar ante la sentencia el mismo respeto que la Gerencia de Urbanismo, dependiente del alcalde, ha mostrado ante las reiteradas órdenes judiciales de ejecución de la sentencia de demolición parcial de una iglesia que incumple las normas.- José M. González. Madrid.
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