El hombre que puede batir a Milosevic
El candidato opositor Vojislav Kostunica amenaza la victoria electoral del líder serbio el día 24
En mangas de camisa, Vojislav Kostunica, de 56 años, desciende del Opel Omega plateado y saluda inseguro al pequeño grupo de paseantes curiosos que se han agrupado en dos filas a un lado de la calle. Deja pacientemente que le hagan fotos con los representantes locales de la oposición y toma el baño de multitudes previsto en el protocolo. Más bien por sentido del deber que por verdaderas ganas, estrecha un par de manos y se informa sobre la situación de los ciudadanos. El rival del actual presidente, Slobodan Milosevic, en las elecciones presidenciales del 24 de septiembre es un hombre sin brillo que en la contienda electoral se limita a hacer el papel del vecino afable y normal. "El hombre al que se le puede mirar a los ojos", como se dice en los carteles de la coalición electoral DOS (Oposición Democrática Serbia), cuyos 18 partidos le han elegido como candidato a la presidencia. En el cartel sólo se ven los ojos de Kostunica.
El líder del pequeño Partido Democrático de Serbia, que se dedica profesionalmente a la jurisprudencia, ha pasado de ser un simple personaje al margen a convertirse en el favorito. Aunque este hombre sin carisma fue elegido por sus adversarios dentro de la dividida oposición para no poner en peligro sus ambiciones respectivas, Kostunica podría llegar a hacer que los enemigos del déspota de Belgrado ganen las elecciones. Milosevic, al que se le ha considerado prematuramente imbatible en Occidente, ha resultado ser vulnerable. A finales de la semana pasada, Kostunica iba por delante en las encuestas, con un 35% frente al 24% de Milosevic.
La repentina preferencia por el contrincante ha originado un terremoto entre los socialistas del gobernante serbio. Los diputados socialistas, frustrados, se quejan de que no se le puede achacar a Kustunica ni escándalos de corrupción ni un exceso de ambición por el poder. Tampoco se puede calificar al novato de la oposición de vendido, agente de la CIA o representante a sueldo de la OTAN.
Su valor es algo que el candidato Kostunica quiso hacer constar ya desde el principio de su campaña. Adornada con las banderas azules de la oposición y haciendo sonar estrepitosamente las bocinas, la reducida caravana de automóviles del líder de la oposición irrumpió en la pequeña población de Pozarevac, 70 kilómetros al sureste de Belgrado.
Pozarevac es un bastión del presidente. Allí se criaron no sólo Milosevic y su esposa Mirjana, candidata como líder política de los comunistas de su villa natal, sino también el hijo del presidente, Marko, que ejerce su hegemonía en un grupo económico compuesto por una discoteca, un parque de atracciones y la emisora Madona.
Ni siquiera la presencia de miembros de los servicios secretos impidió a Kostunica culpar al presidente de haber dejado sin poder a los medios independientes. Sólo un par de centenares de curiosos se atrevieron a asistir al acto de Kostunica. Pozarevac es conocido por su policía, que parece sentir predilección por descargar sus porras sobre manifestantes y disidentes. "Tenemos miedo de que se nos reconozca como partidarios de la oposición", reconoce un matrimonio que había recorrido con unas bicicletas de llantas viejísimas una distancia de 15 kilómetros para escuchar lo que "tiene que ofrecer el hombre del cambio".
Ellos tienen que llegar a fin de mes en su pueblo con un salario de 6.000 pesetas al cambio, e incluso esta cantidad se ha dejado de pagar desde marzo. En lugar de éso, reciben vales que ya no acepta ningún comerciante. La mujer tiene que hacer cola desde las cuatro de la madrugada ante la tienda para lograr un poco de leche barata y azúcar. Más tarde, durante el día, se vende también la cara leche condensada y en los comercios privados se pueden comprar a precios astronómicos otros productos que escasean.
La permanente miseria ha influido poco en los resultados electorales durante los últimos 10 años, pero éso es algo que podría cambiar por primera vez a final de mes. Más de cuatro millones de electores están llamados a las urnas, y las encuestas predicen un cataclismo no sólo en las elecciones presidenciales. Actualmente, en las elecciones al Parlamento, el 35,7% de los electores tiene intención de votar a la coalición de la oposición DOS; el 8,2% se declara a favor del Movimiento de Renovación Serbia de Vuk Draskovic, y la coalición de izquierdas formada por socialistas y comunistas lograría el 23,7%.
En la lucha electoral en las calles de Serbia se prima ante todo la velocidad con que se pegan los carteles de uno frente a los de la competencia. Miembros de la organización estudiantil Otpor (Resistencia) han ideado un truco especialmente eficaz. Con el lema "Está acabado" adornan los omnipresentes retratos de Milosevic. El que sea atrapado por la policía tendrá que someterse a la acción del fiscal del Estado.
En total, nueve agencias de márketing proporcionan al presidente sondeos constantemente actualizados sobre las intenciones de la población. Cuando los estudios demoscópicos descubrieron que para los ciudadanos la recuperación de sus ahorros en divisas, que han estado congelados durante casi diez años, era más importante que la salvación de Kosovo, los socialistas comenzaron inmediatamente a abonárselos. Desde que empezó a retroceder en las encuestas, Milosevic, habitualmente recluido y aislado, empezó a intervenir personalmente en la campaña. Aparece para ganar votos ante puentes sobre el Danubio reconstruidos. El viceprimer ministro Mikola Sainovic ha anunciado incluso una visita del intrépido líder serbio a Kosovo. La OTAN no tardó en reaccionar: si lo hace, será detenido.
Precisamente por el indudable retroceso del gobernante de Belgrado, los líderes de la oposición esperan grandes manipulaciones de los resultados. Milosevic podría utilizar sobre todo los votos de los serbios de Kosovo para conseguir más escaños parlamentarios de los que podría obtener la oposición con una victoria en Belgrado.
Si, a pesar de todo, Milosevic consigue ganar las elecciones, el editor de la oposición Bratislav Grubacic teme una peligrosa radicalización de la situación política. Montenegro se separaría, Kosovo se haría independiente y Occidente no reconocería la victoria de Milosevic. Pero ni siquiera una victoria de la oposición llevaría a Milosevic a ceder el poder voluntaria e inmediatamente. El poder no se concentra en la República Federal de Yugoslavia, que es donde se celebran las elecciones, sino en la república regional de Serbia. Allí no hay elecciones previstas hasta el año próximo. Hasta entonces, el dictador serbio controlará el Parlamento, así como al presidente marioneta Milan Milutinovic. Pero, ante todo, Milosevic manda en la poderosa policía serbia. A los posibles vencedores de la oposición no les valdría siquiera apelar a las leyes federales en vigor. La Constitución serbia permite a los que ostentan el poder en la república central dejarlas sin efecto en su territorio.
© Der Spiegel
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