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Naciones Unidas pide a los países ricos que la globalización no sea un mercado sin fronteras

La cumbre del Milenio de la ONU, un intento de redefinir las nuevas metas de la organización internacional en el siglo XXI, terminó ayer con una declaración de buenas intenciones, pero sin resultados concretos. Los 154 líderes que durante tres días se reunieron en Nueva York acordaron cumplir objetivos generales, como reducir la pobreza y el sida en un plazo de 15 años, para combatir los efectos negativos de la globalización, ese término ambiguo que ahora define el estado del mundo. Pero el encuentro también ha vuelto a subrayar las grandes limitaciones de la ONU y el difícil diálogo entre sus miembros.

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El documento final pone un especial énfasis en la responsabilidad de los países ricos en evitar que la globalización se convierta simplemente en un gran mercado sin fronteras. Reconoce que hasta ahora los países en desarrollo sólo han soportado los costes y ninguna de las ventajas del nuevo entorno económico. "El éxito depende de la existencia de un sistema de comercio multilateral abierto, equitativo y no discriminatorio". Las naciones industrializadas "se comprometen a cancelar las deudas oficiales de los países que demuestren su compromiso con la reducción de la pobreza".El secretario general, Kofi Annan, convocó hace dos años esta cumbre para adaptar los principios aprobados por Naciones Unidas hace algo de medio siglo al nuevo entorno internacional. La idea era compartir "los beneficios de la globalización: mayor crecimiento, mejor nivel de vida y nuevas oportunidades", y no dejar a nadie atrás, especialmente los más pobres.

Los tres días de reunión han mostrado que queda mucho por hacer antes de llegar a esta aldea global. Los discursos han reconocido que la ONU es la única organización capaz de llevar a cabo semejante tarea, pero muchas de las intervenciones se han quedado en llamadas de auxilio o diálogo de sordos: mientras EE UU pedía un mayor papel de la ONU, sin pagar su deuda de 1.700 millones de dólares, los líderes africanos acusaban a los más ricos de su pobreza, y los mandatarios chino e iraní abogaban por su propia identidad democrática y cultural, asimilando globalización e imperialismo.

La declaración final recoge las grandes líneas del documento preparatorio presentado por Annan el pasado abril: mejorar las condiciones de vida de las 1.200 millones de personas que viven en estado de extrema pobreza, combatir las guerras que han dejado cinco millones de muertos en la última década y garantizar el respeto del medio ambiente. Unos propósitos que se resumen en seis objetivos básicos con fecha y cifras:

- Reducir a la mitad para el año 2015 la proporción de la población mundial cuyos ingresos son inferiores a 200 pesetas al día.

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- Reducir a la mitad para la misma fecha la proporción de la población mundial (el 20%) que no tiene acceso a agua potable.

- Garantizar la educación primaria para todos los niños en los próximos 15 años.

- Detener la difusión del sida y de la malaria.

- Reducir la mortandad infantil de niños menores de cinco años en dos tercios.

- Conseguir una mejora significativa de las vidas de los 100 millones de personas que malviven en los chabolas del mundo.

Pero si la ONU se ha fijado estos nuevos objetivos, todavía no han podido darse, al menos en esta reunión, los medios para llevarlos a cabo. La minicumbre del Consejo de Seguridad celebrada el pasado jueves acordó reforzar lo que se ha convertido en el primer cometido de Naciones Unidas, las operaciones de mantenimiento de la paz, aunque sin abordar el delicado problema de su financiación, organización y mandato.

Los cinco miembros permanentes del Consejo, Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Gran Bretaña, ni siquiera se han puesto de acuerdo sobre el papel del único órgano de Naciones Unidas que puede decidir las misiones de los cascos azules. Los norteamericanos han retomado la idea de Annan de "injerencia humanitaria", que rusos y chinos, pensando en lugares como Chechenia o Tíbet, consideran como una potencial interferencia en sus asuntos internos.

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