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Reportaje:

Una ONG de dos

Pablo Troncoso y Elena Toscano son, desde principios de julio, una ONG. Son Cuenta Conmigo-Huaquipura Sevilla, una delegación de Huaquipura Zaragoza, la organización aragonesa que enganchó a estos dos jóvenes sevillanos al mundo de la solidaridad.Pablo, estudiante de 6º de Medicina, de 23 años, quería hacer algo por los demás. Él y su novia Elena, licenciada en Historia de América, no querían cruzarse de brazos "ante la miseria y la pobreza que se ven en los telediarios". Con ese ánimo, y de una manera un poco rocambolesca, acabaron embarcados en un proyecto solidario durante el verano de 1999 en Ecuador.

Elena conoció a alguien que a su vez conocía a alguien que estaba en una ONG de Zaragoza que tenía un proyecto agrícola en San Miguel de Sucumbíos, una pequeña diócesis en Ecuador. Total, que cuando se mostraron dispuestos a cruzar el océano con tal de echar una mano, resultó que llegaban tarde y la expedición ya estaba cerrada.

Tantas eran sus ganas de colaborar que se pusieron directamente en contacto con el obispo de San Miguel para pedirle que les hiciera un hueco "en lo que fuera". Terminaron reorganizando un archivo sobre el territorio indígena que rodea la localidad.

La experiencia les enganchó. El invierno sirvió para estrechar lazos con el grupo de Zaragoza y para crear una delegación en Sevilla. El papeleo impidió que pudiesen hacer una aportación significativa al trabajo en España, la búsqueda de fondos, pero para cuando llegó el verano ya estaban preparados para todo.

Huaquipura les asignó a la construcción de invernaderos en La Ciénaga de Manabao, una pequeña aldea dominicana situada en la sierra; rodeada de pinos, mangos y plátanos; de no más de 200 habitantes; a 30 kilómetros del núcleo habitado más cercano; sin luz, teléfono ni agua corriente.

"Hemos vuelto encantados con la experiencia, aunque ha sido muy duro convivir con gente extremadamente pobre, que come de lo que cultiva y que vive al día, pero que nos trató con muchísimo cariño y que agradecía nuestro trabajo ofreciéndonos lo poco que tenían o, a veces, lo que no tenían", dice Pablo.

La ONG envió seis personas a República Dominicana. Vivieron cinco semanas en una pequeña casa de dos habitaciones y trabajaron "mucho, domingos incluidos". El objetivo, la construcción de dos invernaderos con los que los pequeños agricultores de La Ciénaga pudiesen variar su producción tradicional: habichuelas y tayotas, un tubérculo parecido a la patata.

Ahora, los dominicanos beneficiados por el trabajo de estos jóvenes voluntarios podrán cultivar tomates, pimientos, pepinos o zanahorias. Mejorarán su alimentación, limitada en la actualidad a arroz, habichuelas y pollo. Pero, lo que es más importante, los agricultores podrán vender una producción variada y así no dependerán de las oscilaciones del mercado de un sólo producto.

El compromiso de Huaquipura es mantener la financiación del proyecto. Los dominicanos han aprendido a construir invernaderos y, cuando sea necesario, recibirán fondos españoles para comprar material. Y el siguiente paso será comprar un camión, para que los transportistas no se queden, como hasta ahora, con la mitad del dinero de la venta de la cosecha.

Lo próximo para Elena y Pablo, a la vuelta, es fortalecer su embrionaria delegación. Conseguir fondos y socios durante el invierno es el trabajo pendiente. Su objetivo para el curso 2000-2001 es que su ONG sea más que dos.

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