Imprecaciones de los parientes de los marinos

Será difícil que Putin olvide la reunión de seis horas que mantuvo la noche del martes al miércoles con centenares de parientes de las víctimas del Kursk en Vidiáyevo, pueblo dormitorio para los submarinistas de la Flota del Norte. Se trata de una zona militar cerrada y sólo se permitió el acceso a la primera cadena de la televisión estatal (que censuró las imágenes más conflictivas), pero se ha filtrado que Putin soportó un chaparrón de reproches. Entre tanto, comenzaba el día de luto nacional: con miles de ceremonias religiosas, programación especial de radio y televisión y suspensión de espectáculos. En Múrmansk, además de los crespones negros, incluso quedó a media asta la enseña de la Marina de San Andrés, creada por Pedro el Grande con la orden expresa de que jamás se arriase. Ayer se rompió una tradición de tres siglos.

Dos periodistas alemanes lograron colarse en la reunión. Uno de ellos, de la cadena RTL, aseguró que, tras esperar tres horas bajo la lluvia a que llegase Putin, los familiares dedicaron casi otro tanto a mostrar su frustración al presidente, sin dejarse convencer por sus explicaciones sobre el estado catastrófico de las Fuerzas Armadas. Varios familiares se desmayaron durante la reunión, en la que era visible la presencia de numerosos miembros del servicio de seguridad del presidente. Una mujer le gritó: "Cuándo les recuperaremos, vivos o muertos?" Lo poco que se oyó de la respuesta fue: "Os contestaré según lo que sé". O sea, cuando se pueda. Meses, en el mejor de los casos.

Putin prometió, eso sí, ayuda material y moral, empezando por 10 años de salario, viviendas y ayudas sociales.