_
_
_
_
_
Entrevista:

"A los hombres no los tienes nunca"

EPÍGRAFE/ 5Sara Van acaba de debutar en la sala Suristán de Madrid, y los que la han visto y oído todavía no han salido de su asombro. Esta peruana de 22 años, que llegó a Madrid hace 10 acompañada por su madre y tres hermanos, es un caso insólito en el mundo de la música. Su forma de cantar recuerda a ratos a Chavela Vargas; otros, a Chabuca Granda, y otros, a su adorada Janis Joplin. "Eso es sagrado", dice de la autora de Piece of my heart. "Si no la hubiera oído al crecer, mi vida y mi espíritu hubieran sido mucho más pobres". Parece que las discográficas se la rifan y ella asegura que se siente "desbordada" con este éxito repentino. Reconoce que es un "caos total", y que por eso hace "esas canciones superdramáticas", cuya letra compone a partir de temas de su familia, de la vida, del desamor, "canciones viejas de llorar". Le gustaría ser más misteriosa. "Seguro que me iría mejor con los hombres...".

SARA VAN > CANTANTE

Estamos en la terraza del Café Gijón, son las cuatro de la tarde y ha llegado como un saltimbanqui cargada con una gran bolsa de polipiel más grande que ella. Enseguida se ha puesto a cantar una canción de Janis Joplin, acompañándose a golpecitos de abanico sobre un servilletero.Con tanto poder, que hasta el camarero se ha parado, ha dejado la bandeja en la mesa de al lado y se ha puesto a escuchar (y los camareros del Gijón no son precisamente los más escuchadores del mundo). Sara Van (apócope de su nombre real, "y espantoso": Sara Vanessa) acaba de debutar en la sala Suristán de Madrid cantando ésa y otras canciones que compone ella misma, y los que la han visto y oído permanecen perplejos y enamorados. Por ejemplo, el promotor y productor Juan Verdú o Nacho Sáenz de Tejada, director artístico de Universal Music.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Lo mismo pensó Antonio Carmona, que fue el que la descubrió, en su casa, una noche que Sara se puso a cantar y dejó a la familia y los amigos emocionados.

No se cree hasta que no se la conoce, pero la verdad es que esta peruana de 22 años es un caso insólito.

Su forma de cantar recuerda a ratos a Chavela Vargas; otros, a Chabuca Granda; otros, a Amalia Rodrigues, y otros, a su adorada Joplin ("mi vida sería mucho más pobre sin ella"). A ratos suena como una gitana vieja, y otros, a una niña desamparada... Ella lo niega todo: "Eso que dicen de mí es una barbaridad. Una mentira. ¿Cómo voy a sonar yo como todas esas fenómenas si sólo tengo 22 años y acabo de empezar?".

Llegó a Madrid desde Lima a los 12 años, hace ahora 10. Vino con su madre y tres hermanos más, aunque ella no quería porque tenía un novio en el colegio. "Sabía que lo iba a perder". Al final se quedaron, porque las aduanas eran entonces un poco más permeables, y porque, no se sabe cómo, coló la coartada surrealista que le dio su madre al policía: "Venimos porque su padre les invitó a ver los toros".

El padre, en realidad, se había ido a por tabaco poco tiempo antes. Y dejó a Sara destrozada. "Él era el que me grababa las canciones desde pequeña, era mi adoración. Luego se marchó y empezó a ser mi fijación".

La familia se quedó en Madrid, Sara siguió estudiando, viviendo, añorando, enamorándose y fracasando en el amor. Empezó Filosofía y lo dejó. Se metió en Filología Hispánica, y ahí sigue todavía, escribiendo canciones extraordinarias y sin importancia a la vez (son cosas del día, rutinas antiguas, historias reídas, o, como ella dice, "las canciones viejas de llorar"), canciones como Guaricha, "para Janis Joplin"; Damita destino; La deuda, "para mi abuelo"; Pérfido, "para un amante"; Lana, "una nana para mamá"; Buena madrecita linda, "para la desolación que inundó a mi abuela cuando murió mi abuelo", 40 soles, "para mi primo Julito, que trabaja en el circo y no podía gastar más de esa cifra cuando salíamos", o 104 C negador, "para otro chico que no tuve y que vivía en el portal 10, 4º C".

Y añade: "A los hombres nunca los tienes".

Pregunta. ¿Y de dónde salen esas canciones tan dramáticas?

Respuesta. De mi familia, de la vida, del desamor... Todo son cosas que viví. Las compongo, según creo, al revés. Primero pienso en una persona y saco la melodía que me inspira. Tú me inspiras esta musiquilla. Luego se la canto a Javi, que es un amor , y él la pone en la guitarra. Después encajo la letra. Escribo desde que era pequeña, pero nunca he usado ningún poema para las canciones. Una cosa es una cosa, y otra, otra. Pero no tiene mérito, sólo consiste en contar cómo eran esas personas.

P. ¿Y cómo lleva esta fama relativa? Parece que las discográficas se la rifan.

R. Me viene todo supergrande, estoy desbordada. Me gustaría poder dosificar todo lo que me pasó el día del primer concierto, guardarme las cosas bonitas que me dijo la gente para usarlas cuando esté deprimida. Creo que sólo me quedará el recuerdo, y que cuando esté mal no podré organizar otro concierto para que se me pase.

P. Pues no parece muy depresiva.

R. Oscilo entre el exceso y el defecto. No soy nada ecuánime, ni organizada. Soy un caos total, y por eso hago esas canciones superdramáticas. Me gustaría ser más misteriosa, seguro que me iría mejor con los hombres... Siempre se me ve el plumero. Tengo amigas que son más misteriosas y se guardan cosas, y les va mucho mejor. A mí se me ve todo. Espero que no se me venga en contra mía. Pero qué pereza mentir, ¿no? Claro, que guardarse cosas no es mentir...

P. En todo caso, siempre le quedará su primo Julito.

R. Sí, estaba enamorada rotundamente. Yo le decía que no pasaba nada, que éramos primos lejanos, pero él no quería saber nada. Él, agobiadísimo, y yo, rabiosísima. Le compuse la canción y al final no pasó nada. Era maravilloso, tiene la misma edad que yo, pero nunca pudo estudiar, se quedó huérfano a los 15 y se metió a trabajar en el circo para mantener a su familia. De funambulista, de payaso, de todo. Y además, hace talleres con niños... Yo quería mantenerlo, subvencionarlo, pero él no me dejaba.

P. Nos queda Janis Joplin.

R. Eso es sagrado. Si no la hubiera oído al crecer, mi vida y mi espíritu hubieran sido mucho más pobres. No se puede decir que tenga un registro de voz fantástico, pero nunca he oído cantar a nadie así, nunca he visto romper la voz de esa manera...

P. ¿Y qué otros cantantes le apasionan?

R. Tengo varios grupos fetiche. Otro es Guns & Roses, habría vendido mi alma al diablo por ellos. Mi primer tatuaje fue el de Axel Rose, estuve una época completamente alienada con él, me fui a Los Ángeles y me colé en su casa... Pero también tuve una época Van Morrison, otra Bob Marley y otra Ella Fitzgerald...

P. Esponja, ¿eh?

R. Sí, he cantado siempre, pero nunca me planteé ser cantante. He estado en muchos grupos, pero era una cosa de amigos. Hacíamos versiones, y un día se me ocurrió que podíamos hacer nuestras cosas, componer. Pero ahora se me parte el corazón al pensar que tendré que tocar con músicos profesionales. Yo, hasta ahora, lo único que he hecho es estudiar Chomsky.

P. ¿Me canta la de su abuelo, por favor?

R. ¿La deuda? Claro.

"Hijo cabeca fui nacido / Amor mío, pasa mucho y no te olvido. / Tiempo y distancia hacen conmigo que de tu recuerdo lleve el pecho henchido. / Gozo transcurre y no es amigo, / pues te pienso triste, en paz y adolorido. / Soy tu cabeca más fallido / y con la culpa de mi fallo me castigo (...) Algo de mí se va contigo/, y no te pago, no. / Va a ser poco y yo / quedo a deuda en realidad. (...) Las horas muertas, juntos, / y el sofá. / Y el libro grande sobre el más allá. / La carterita para remendar / con tu cuchilla: magia artesanal. / Arroz con palta pá desayunar/ y las canciones viejas de llorar. La carta que no pude contestar, cariño. / Quedo a deuda en realidad".

P. ¿Y qué es cabeca?

R. Cabeca lo decía mi abuelo cuando éramos niños y no queríamos comer. Empezaba a contarnos la historia de un cabeca que se comía toda la comida. Así que éramos nosotros.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_