Remolón

MARTÍ DOMÍNGUEZPlinio asegura que una rémora decidió la suerte del Imperio Romano, deteniendo en la batalla de Accio la galera con la que Marco Antonio pasaba revista a su escuadra. También señala cómo otra rémora detuvo la embarcación de Calígula, a pesar del esfuerzo desesperado de cuatrocientos remeros. Calígula hizo buscar la causa de aquella súbita parada, y descubrieron una rémora aferrada al timón. Por eso este pez ha figurado con honor en las memorias de los viajeros, en las metáforas de los oradores y en las composiciones de los poetas: "Dinos, frenaves, dinos, ¿cómo puedes/ Sin ayuda oponerte a la fuerza reunida/ De los vientos y de mares, de cielos y de borrascas?/ Dinos en qué lugar, oh Rémora, ocultas/ el ancla que de pronto detiene los movimientos/ de un navíon azotado por todos los elementos" escribió un sabio del renacimiento. Los antiguos conservaban este pez en salmuera, porque aseguraban que tenía la virtud de recuperar el oro oculto en los pozos, que se adhería milagrosamente a su ventosa. Y el capitán Cook cuenta cómo los nativos de la Polinesia lo utilizaban para pescar tortugas marinas: cuando descubrían uno de estos animales lanzaban al mar una rémora con un sedal, y esta se fijaba tan fuertemente al cuerpo del galápago que los pescadores se apoderaban de él simplemente recogiendo con brío el hilo. Por todo ello los griegos la llamaron echeneis, que quiere decir detenedora de barcos, y los latinos remora, que significa demora. De dónde -singularidades de la filología- deriva la palabra remolón... ¡Qué cosas! ¡Todo el verano remoloneando, de aquí para allá, con una cierta sensación de culpabilidad ante la vacuidad del tiempo perdido, sin conocer ese glorioso parentesco! ¡Oh Rémora, qué gran ejemplo!