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Reportaje:VERANO 2000LA CIUDAD COMPLACIENTE

La Sevilla de Carmen vista con ojos estadounidenses

Margot Molina

Un clavel rojo en la boca, el vestido ceñido y el andar provocador. A Carmen se la ve por cualquier rincón de la ciudad. A veces, se cruza con Colón, cuando el almirante sale o entra del Real Alcázar, donde departe con Isabel la católica. De Beatriz, la madre de Hernando Colón -segundo hijo del descubridor-, se cree que fue una judía conversa. Tal vez el propio almirante fuera judío.Cristóbal Colón es un personaje enigmático y capaz de captar la atención del turista a pesar de los 38 grados y la avalancha de información que recibe sobre la muy noble, muy leal y mariana ciudad de Sevilla.

Francisco González lleva desde 1956 mostrando la ciudad a turistas, la mayoría estadounidenses, japoneses o israelíes. "Soy el decano de los guías, aunque no el mayor. Empecé muy joven, con 17 años", aclara. Este profesional sabe muy bien lo que quiere oír cada uno. En el grupo de 20 estadounidenses y dos australianos que paseó el pasado jueves por el centro histórico había bastantes judíos y la media de edad era de 65 años; así que tocaba resaltar los vestigios hebreos.

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Pero, religiones aparte, lo que les encanta a los norteamericanos son las estadísticas, las fechas, los datos y, por encima de todo, la antigüedad. "Hay 18 óperas inspiradas en Sevilla, el 10% del castellano viene del árabe, en la ciudad hay 84.000 universitarios, en la Exposición Universal de 1992 participaron 112 países y tuvo 41 millones de visitantes". Éstos son algunos de los datos que oyen los visitantes, que disponen de un día y medio para conocer una ciudad con 3.000 años de historia.

Ruth Rosewall, como casi todos sus compañeros de viaje, no tenía ninguna idea previa de Sevilla porque, aunque a los sevillanos les duelan prendas, existe gente en el mundo que no sabe de su existencia y, además, cree que España está en algún rincón de México. Y no es que Ruth, que ha volado desde San Francisco con su marido y su hija, sea uno de ellos; sino que lo dice el guía Francisco González quien, con tantos años de experiencia, ha oído de todo.

"Algunos preguntan que por qué está enterrado Colón en la Catedral de Sevilla. Creen que era italiano y que fue Italia el país que descubrió América. Hasta hay quien piensa que le miento cuando explico que España fue un imperio en el que no se ponía el sol", asegura González.

"Lo que realmente me impresiona es la historia. Nosotros no tuvimos Edad Media y, además, tiramos las iglesias para construir un aparcamiento. Es admirable que aquí, cuando un edificio se cae por un terremoto, lo construyan otra vez", dice Ruth Rosewall quien, como el resto del grupo, visita España por primera vez. El grupo de estadounidenses, al que se ha sumado un matrimonio de Sydney (Australia), está disfrutando de un viaje de dos semanas para conocer España y Portugal organizado por la agencia norteamericana Tauck Tour, una empresa que lleva 10 años paseando a sus compatriotas por la península Ibérica. El grupo aterrizó en Lisboa y, después de pasar por El Algarve, llegó al Alfonso XIII de Sevilla, un hotel construido en estilo regionalista para la Exposición Iberoamericana de 1929 y que se ha convertido en un monumento más de la ciudad.

El primer contacto de los visitantes es el tablao. En El Patio Sevillano se suceden los números de flamenco y comienzan a brillar los fogonazos de las cámaras de fotos. Brian Levine, neoyorquino de 16 años y el más pequeño del grupo, no está demasiado interesado. "¿Esto es de verdad o es para turistas?" Brian prefiere saber cuánto cuesta un paquete de cigarrillos o dónde puede encontrar marcha. "¿La gente aquí no viste así, verdad?", quiere saber el joven que viaja con sus abuelos.

A pesar de ser la primera vez que se enfrentan a este folclore tan peculiar, los turistas no andan muy perdidos. En el momento en que salió la bailaora Ana María Bueno al escenario, Anne Kornreich, de New Jersey, recordó la Carmen, de Bizet, que vio en la Metropolitan Opera House de Nueva York. "Qué maravilla, qué señora tan elegante", exclamó; mientras que los caballeros que se sentaban a su lado estaban interesados en el guión del espectáculo. "¿No cuentan una historia?".

Tortilla de patatas, boquerones en vinagre, espinacas con garbanzos y paella son algunas de las tapas que tomaron para cenar. El paseo en coche de caballos, un rito para todo turista que se precie, puso el punto final a la primera noche sevillana

El matrimonio Knipe, de Florida, quiere ver las pinturas de Velázquez y Murillo y una corrida de toros. Brian Levine tiene un encargo: comprar Lladró. "¿Es cerámica para turistas?", pregunta el adolescente preocupado por no ejercer de turista; "¿Todo eso es de oro?", preguntó alguien mientras miraba el altar mayor de la catedral. A Mia Mulhern, la guía que acompaña al grupo durante todo el viaje y lleva cinco años trabajando en España, le llueven preguntas como éstas.

Después de pasar la primera noche en capital andaluza, el grupo toma contacto con la ciudad. Primero desde el autobús y después a pie, por el centro. Catedral, barrios de Santa Cruz y la Judería completan la visita liderada por el guía local Francisco González.

La calle Levíes, Santa María La Blanca -primero mezquita, después sinagoga y ahora iglesia católica-, una inscripción del Génesis en hebreo en la fachada de una casa o ladrillos sin enlucir con los que el propietario de la vivienda exterioriza su dolor por la destrucción de Jerusalén; forman la visión que se llevan estos americanos de Sevilla.

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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