El primer 'Banderas' de Hollywood
Mientras Antonio Banderas continúa su meteórica carrera en Estados Unidos, la mayor parte del público desconoce que en los inicios del cine hubo un actor andaluz que fue altamente considerado por la industria del cine estadounidense. Llegó a participar en unas 200 películas y trabajó a las órdenes de directores como David W. Griffith, Raoul Walsh, Michael Curtiz, John Ford y Alfred Hitchcock, entre otros muchos. En muchas de las películas que protagonizó encarnó al galán y tuvo la suerte de tener en sus brazos y de compartir cartel con las mejores del momento: Lilian Gish, Mary Pickford, Gloria Swanson, Pola Negri e incluso la mítica Greta Garbo.Ahora, gracias a un libro que acaba de editar la Filmoteca de Andalucía, se puede saber mucho más sobre la vida y la carrera artística de Antonio Garrido y Moreno Monteagudo, más conocido en el cine como Antonio Moreno. Para el autor del libro, el profesor de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de Sevilla Manuel Carlos Fernández, todo comenzó hace muchos años, unos veinticinco, calcula.
Aunque nació muy cerca de Ronda, gran parte de su vida ha residido en Algeciras. "Allí oía muchas veces historias sobre este actor, porque su infancia la pasó en el Campo de Gibraltar. De vez en cuando los mayores del lugar me contaban anécdotas y poco a poco me fue surgiendo la necesidad de saber más sobre este actor que estaba además completamente olvidado".
Nacido en 1887, Antonio Moreno tuvo una infancia muy dura en Sevilla. Con sólo nueve años vendía pan por las calles cuando conoció a dos turistas norteamericanos que influyeron definitivament en su vida. Así que con 15 años decidió emprender la aventura americana. Estuvo en Nueva York trabajando en todo tipo de empresas durante ocho años. En su viaje de regreso a Estados Unidos, tras una estancia de cinco meses en España, tuvo la gran suerte de conocer a dos actrices en el barco que le hicieron ver sus dotes como actor. Gracias a este fortuito y afortunado encuentro, al poco de pisar de nuevo tierra norteamericana firmaba un contrato para hacer cine; tenía 25 años.
Para Manuel C. Fernández no ha resultado fácil recopilar toda la información que ha reunido. "En los libros de historia del cine español no hay más que unas pocas líneas sobre él, nada para la importancia que alcanzó en el cine norteamericano donde era considerado una estrella". De hecho, cuando trabajó con Greta Garbo en Tierra de todos era más importante que ella, cuya carrera norteamericana se iniciaba con este título. "Casi todas las críticas señalaron que la Garbo se lo comió, lo que afectó mucho a Antonio Moreno, pero la verdad es que eso le ocurrió después a la mayor parte de los actores que trabajaron con esta estrella".
La importancia de Moreno no llegó hasta el cine español porque apenas tuvo relación con nuestra cinematografía. Tan sólo participó en un par de películas: En la tierra del Sol (1927), que mostraba cómo un célebre galán español afincado en Hollywood visita Sevilla por Semana Santa y María de la O, "en la que su personaje parecía inspirado en su propia vida porque encarnaba a un hombre multimillonario, en este caso pintor, que regresaba a España después de muchos años de ausencia semiobligada".
Tal como señalaron algunos de los críticos de cine más importantes de la época, llamaba la atención el acento norteamericano que a veces afloraba en él. Esta película, la más cara de las realizadas durante la II República vio postergado su estreno debido a la guerra civil.
Un país hispanoamericano donde tuvo mayor fortuna como director fue México, donde dirigió la primera película del cine sonoro mexicano, Santa, "una producción de gran importancia en la historia para la cinematografía de este país". Allí también conoció y estableció cierta amistad con Sergei M. Einsenstein, que por aquel entonces estaba rodando ¡Qué viva México!
En opinión de Manuel C. Fernández, la llegada del cine sonoro no supuso ningún problema para Moreno, a diferencia de otros actores. En su caso, por su condición de bilingüe, "podía rodar las películas en inglés y luego las versiones que se hacían en español dado que por entonces no existía el doblaje". Con el tiempo, poco a poco su fama fue menguando hasta quedar como actor de carácter. Su última película fue Por un puñado de dólares, de Sergio Leone, pero ya por entonces su nombre y su rostro pasó desapercibido para el gran público e incluso la crítica. Un año después moría en la mansión que tenía en Beverly Hills, comprada gracias a su caché y a que su esposa era la hija de un multimillonario magnate del petróleo.
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