_
_
_
_
_

EE UU mantiene la vigilancia de la flota rusa como en la guerra fría

Prioridad estratégica

El fin de la guerra fría queda lejos, y la temible Marina rusa no es ni sombra de lo que fue. Sin embargo, en las gélidas aguas del Ártico, las fuerzas submarinas rusas y las occidentales siguen jugando de forma peligrosa al gato y al ratón, como ha sucedido durante casi medio siglo. Como en tiempos de la guerra fría, la flota submarina rusa -hoy desproporcionalmente concentrada en una base cercana a Murmansk, en el mar de Barens- sigue entrenándose para rechazar una invasión naval de Occidente. Tras abandonar el puerto, los submarinos rusos suelen ser vigilados por sumergibles estadounidenses y aliados, y, ocasionalmente, se producen colisiones bajo el agua.

Aparentemente, este juego confidencial no fue la causa del accidente del submarino ruso Kursk, atrapado en el Ártico norte ruso, a más de cien metros de profundidad. Algunos oficiales estadounidenses han insistido en que ningún navío de su país tuvo nada que ver con la colisión que pudo haber causado el siniestro del Kursk, con más de 100 tripulantes a bordo.

El Pentágono, por su parte, se ha negado a explicar cómo siguen los estadounidenses el rastro de los submarinos rusos. La flota de EE UU sigue las actividades de su homóloga rusa por diversas razones. Una es que EE UU quiere entrenar a su personal en la técnica sónar, y en otros medios, para seguir la pista de los submarinos enemigos sin que éstos le detecten. La flota estadounidense tampoco le quita ojo a los submarinos rusos para comprobar sus capacidades. Y con el tremendo poder de su equipo electrónico, los sumergibles de EE UU pueden asimismo realizar escuchas de las comunicaciones terrestres rusas.

Algunos analistas creen que los oficiales de la Marina quieren saber constantemente dónde están los submarinos rusos, como ocurría durante la guerra fría, para que EE UU pueda destruirlos rápidamente en caso de un conflicto entre ambos países. A este respecto, los submarinos nucleares rusos son una prioridad estratégica. A comienzos de los años noventa, se produjeron dos choques entre submarinos rusos y estadounidenses que se deslizaban silenciosamente bajo el agua. Los daños fueron menores y no hubo víctimas en estos incidentes, pero hicieron que los civiles recordaran que las prácticas de la guerra fría seguían dándose. A raíz de estos percances, EE UU y Rusia han intentado encontrar nuevas fórmulas para reducir las posibilidades de colisión, pero los analistas creen que la vigilancia submarina continúa.

Mientras, los Gobiernos escandinavos también emplean submarinos y barcos para vigilar a la flota rusa. Noruega y Suecia padecen sistemáticas violaciones de sus aguas territoriales por parte de los submarinos rusos y les preocupa que el hundimiento de un sumergible nuclear en sus costas pueda ocasionar un desastre medioambiental.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_