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Reportaje:

La red andaluza de vías pecuarias reservará 1.664 kilómetros para la dispersión del lince ibérico

Tereixa Constenla

La creación de la red andaluza de vías pecuarias pretende restaurar 24.015 kilómetros de las antiguas rutas empleadas por el ganado trashumante para desplazarse de los pastos de verano a los de invierno. El plan, elaborado por la Consejería de Medio Ambiente, distingue entre los senderos de urgente recuperación y también entre sus finalidades. Aunque casi el 90% de las vías conservarán el uso ganadero, se reservarán 1.664 kilómetros como pasillos para la dispersión del lince ibérico, un felino en peligro de extinción que vive en Doñana y Sierra Morena.

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El proyecto de recuperación de las vías pecuarias andaluzas creará una red de corredores ecológicos que garantizará la conexión entre especies asentadas en distintos hábitats y evitará la consanguinidad, según el director general de la Red de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía (RENPA), Hermelindo Castro. Estos pasillos verdes, que se extenderán a lo largo de 4.900 kilómetros, enlazan espacios naturales o incluso "áreas discontinuas de distribución de especies amenazadas, salvando amplias zonas agrícolas u otras zonas antropizadas", según consta en el plan de ordenación y recuperación de las vías pecuarias.El caso más emblemático de la fauna que se beneficiará de la regeneración de vías pecuarias será el lince, un felino en peligro de extinción del que sobreviven ejemplares en zonas del Parque Nacional de Doñana y Sierra Morena. Pero no serán las únicas zonas que se unirán por vías pecuarias destinadas, sobre todo, a la movilidad del lince. El plan de Medio Ambiente incluye otras rutas para conectar áreas donde se han hallado ejemplares en algún momento, ya que "representan una posibilidad real de utilización de las vías actualmente". No obstante, las rutas prioritarias para el lince ocupan sólo 826 kilómetros, alrededor del 50% de las vías pecuarias que se adaptarán en concreto para el felino, en total 1.664 kilómetros.

Medio Ambiente ha definido el uso que se otorgará a cada vía pecuaria para ajustar las actuaciones de recuperación a esta finalidad, aunque algunas rutas comparten varias funciones. "Si tiene que servir para que el lince cruce desde las marismas de Doñana hasta Sierra Morena, habrá que discutir cuál es la vegetación más adecuada para que lo vea como su hábitat", expone Hermelindo Castro.

De la red a recuperar, la mayor extensión se destina al uso ganadero, la función primitiva que derivó en la creación de esta malla de caminos rurales por todo el territorio ibérico. Para el tránsito trashumante se reservan 21.360 kilómetros, casi el 90% de la red, aunque en muchos casos se comparte el uso ganadero con el recreativo y/o ecológico.

Un objetivo importante de la red será la de acondicionar el 77% de las vías para usos turísticos y recreativos. Las rutas seleccionadas, que ocupan más de 18.000 kilómetros, enlazan lugares de interés paisajístico, histórico o cultural con "los principales focos de demanda de turismo rural o ecoturismo". Se incluyen también caminos habituales de romerías.

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La recuperación de los 24.015 kilómetros se plantea a largo plazo, aunque unos 10.600 kilómetros se restaurarán con carácter prioritario. El primer paso para ello serán los deslindes que delimitarán cada vía y el amojonamiento de toda la red. "El plan pretende devolver al patrimonio público las vías pecuarias y recuperar las que hayan sido invadidas", sostiene Castro.

Sevilla, con 4.483 kilómetros de rutas a rescatar, es la provincia andaluza que aportará mayor longitud de senderos públicos, seguida de Jaén (3.761), Córdoba (3.665) y Cádiz (3.442). La Consejería de Medio Ambiente calcula que la inversión total para crear la red de vías pecuarias rondará los 30.000 millones de pesetas.

Reorientar la conservación

La conexión entre espacios que posibilitan las vías pecuarias anticipa, en cierta medida, el cambio en el modelo de conservación. La concepción del espacio natural como isla ecológica, segregada y con capacidad de regeneración, está en retroceso. El responsable de la RENPA dice que el nuevo "paradigma" establece que los espacios "ni son inmutables ni se autoregeneran solos". "Hay una dinámica de cambio permanente influenciada por el entorno", señala. Atendiendo a esta visión, Castro cree que las figuras de protección deben reorientarse. Los Parques Nacionales, como zonas poco antropizadas y de altísimo valor ecológico, serían "intocables", a diferencia de un parque natural. "Hay que cambiar ese concepto del lugar donde no se puede hacer casi nada a otro donde se ensayan modelos que se podrán aplicar en el resto del territorio", dice. Castro cita el turismo rural y la agricultura ecológica como iniciativas a incentivar: "Una vez fijadas las reglas de conservación en los parques naturales, ahora tenemos que permitir que sus habitantes vivan mejor con actividades compatibles". "Queremos proteger parajes ecológicos y culturales, el hombre lleva interviniendo miles de años en el paisaje mediterráneo", añade.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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