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Redefinir los segundos 'bisiestos'

Los días son una milésima de segundo más cortos ahora que antes de la aparición de la corriente oceánica de La Niña, que ha logrado acelerar el ritmo al que gira la Tierra. Pero es un efecto transitorio. En realidad, un repaso a los registros existentes desde los primeros astrónomos chinos revela que el planeta rota cada vez más despacio, lo que hace que al final de un año los días sean alrededor de un segundo más largos que a principios de ese año, por término medio. Como consecuencia, hay que ajustar el sistema oficial de tiempo cada cierto... tiempo, y se prevé que tal reajuste deba hacerse cada vez con más frecuencia. Para evitar esta incomodidad, los expertos se plantean la posibilidad de redefinir el concepto de segundo.La causa principal y constante de la ralentización de la rotación terrestre está en las mareas, que frenan el planeta y hacen que la Luna se vaya alejando para poder conservar su momento angular. Pero hay que sumar además el efecto de cambios en la distribución en la masa de la Tierra: movimientos en la corteza, glaciares que se derriten, corrientes como La Niña; estos fenómenos actúan en plazos de tiempo más cortos, de décadas o incluso de meses.

Nada de esto sería un problema si no fuera porque no conviene que haya un desparejamiento entre el tiempo astronómico (UT, el Tiempo Universal, ligado a la rotación terrestre y medido en relación a otras estrellas) y el oficial (UTC, Tiempo Coordinado Universal), basado en la medición de cambios en un átomo del elemento Cesio -los relojes atómicos-. Así que para ajustar ambas escalas, cada año o año y medio, el 30 de junio o el 31 de diciembre, el Servicio Internacional de Rotación de la Tierra (EIRS) añade un segundo bisiesto al tiempo oficial. En total se han añadido 23 segundos bisiestos desde el 1 de enero de 1972; nunca ha habido que restarlos.

Por la aceleración causada por La Niña hace dos años que no se añade ninguno, y se sabe que al menos el próximo diciembre tampoco se hará. En junio del 2001 se revisará la situación en función de las observaciones que centros de todo el mundo envíen a la EIRS, en el Observatorio de París. "Si en diciembre se hubieran ganado nueve décimas de segundo, en junio se sumaría un segundo bisiesto, pero no lo sabemos aún", señaló Dennis McArthy, del Observatorio Naval de Estados Unidos, la semana pasada en la asamblea de la Unión Astronómica Internacional celebrada en Manchester, donde se discutió el asunto.

Pero aceleraciones transitorias aparte, el frenado constante del planeta debido a las mareas supone que "habrá que añadir cada vez más segundos bisiestos, a una frecuencia mayor de la actual", indica McArthy. "Esto trae problemas a los sistemas de comunicaciones y de navegación, por ejemplo. Añadir segundos bisiestos no es fácil, la gente se olvida, o los inserta mal... Por ejemplo el sistema de navegación por satélite ruso, el GLONASS, deja de ofrecer servicio durante 20 minutos cada vez que deben hacerlo; el GPS estadounidense no, porque tiene su propio sistema de medición, y esto es precisamente lo que acabará pasando, que para evitar incomodidades habrá cada vez más sistemas independientes. Y esto no es lo óptimo".

¿Cuál es la solución? Un grupo de expertos del EIRS estudia ahora varias opciones y deberá dar una respuesta en los próximos tres años. "Se baraja incluso la idea de redefinir lo que es un segundo, para acercarlo a la medida astronómica. Por supuesto, hay factores a favor y en contra", dice McArthy.

Un segundo es lo que es desde que la 13 conferencia general de Pesos y Medidas lo estableció en 1967: 9.192.631.770 ciclos de radiación correspondientes a la transición entre dos niveles hiperfinos del isótopo 133 del Cesio en estado sólido. Tal vez pronto deje de serlo.

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