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Tribuna:LA EXTRAÑA PAREJA.
Tribuna
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Proteínas y lentejas

Tú dile a una mujer que está siendo forzada y que ha cerrado los ojos en un intento desesperado por encerrarse en sí misma, tú dile a esa mujer que distinga si lo que le están metiendo por la vagina son dedos o bolígrafos

Juan José Millás

A las pocas horas de que Otegi dijera algo de unos parámetros, había cinco muertos más sobre la mesa del forense. Otegi hizo también, después de los parámetros, una distinción curiosa entre enemigos y adversarios. Parece una cuestión banal, pero a los enemigos los matan y a los adversarios no. La gente con parámetros en la cabeza se mueve muy bien en los matices. Impresiona esa aptitud para llegar a las zonas recónditas de la realidad y someterlas a un análisis tan preciso. Hay que ir con la lupa a todas partes si quieres distinguir lo bueno de lo malo, lo blanco de lo negro. A simple vista, por ejemplo, no hay ninguna diferencia entre una vaca loca y una normal, pero te comes un hígado de vaca loca y se te llena de agujeros el encéfalo.Ayer mismo intentábamos comprender las discrepancias entre una proteína sana y una anómala y no había manera. La verdad es que no había manera de distinguir una proteína de un cordón de zapato. Sabíamos que eran proteínas porque lo ponía debajo del dibujo. El cordón derecho parecía un poco más arrugado, como si le hubieran hecho un nudo doble, pero nada más. Pues esa pequeña diferencia mata. Ahora mismo, incluso después de haber estudiado el asunto, nos ponen sobre la mesa un montón de proteínas para que separemos las malas de las buenas y seguro que no damos pie con bola. Y estoy hablando de gente como yo, acostumbrada a separar lentejas sobre una hoja de periódico.

Que no, que la frontera entre unas cosas y otras es a veces tan inapreciable como la que separa al asesino del patriota. O al violador del travieso. Tú dile, por ejemplo, a una mujer que está siendo forzada, y que ha cerrado los ojos en un intento desesperado por encerrarse en sí misma, tú dile a esa mujer que distinga si lo que le están metiendo por la vagina son dedos o bolígrafos. A lo mejor resulta que están más penalizados los dedos que los bolígrafos, o los bolígrafos que los utensilios de cocina, pero a ella le da lo mismo. Lo único que sabe es que un animal le está metiendo cosas mientras otro animal le sujeta los brazos y le tapa la boca. La mujer tampoco sabe si lo que le han introducido en la boca es la polla de uno de los animales o un trapo de cocina. Ni si eso que siente resbalar garganta abajo es sangre o semen, no está para matices, como Otegi, que establece enseguida los parámetros, aunque todo a su alrededor esté lleno de muertos. La mujer, en fin, lo único que sabe es que la han jodido.

Toda esta confusión parece que podría resultar fatal para la mujer, pero no: es fatal para el violador, porque la diferencia entre que la haya violado con los dedos o con el mango de un cuchillo de cocina igual es de tres años, o de cuatro, y tres o cuatro años de cárcel duelen mucho. Afortunadamente, llega el Supremo, que sabe distinguir perfectamente entre una violación vaginal y una violación bucal, o entre un dedo y un abrebotellas, y pone las cosas en su sitio. La mujer puede respirar tranquila porque se ha hecho justicia. Lo bueno de vivir en un mundo de expertos es que si tienes dos proteínas en casa, una buena y otra mala, las llevas a donde corresponda y te dicen cuál te puedes comer.

Supongamos que a una mujer le ataca a media mañana, en la oficina, una duda horrible acerca de su sexo. Pues no tiene más que ir al jefe de personal y exponérsela con toda confianza.

-Que ahora mismo no sé si soy hombre o mujer.

-¿Ganas un 26% menos que el que se sienta a tu lado?

-Me parece que sí.

-Entonces quédate tranquila: eres mujer.

Esta es la ventaja de los parámetros: que te permiten establecer precisiones alucinantes sobre la realidad. Por eso le gustan tanto a Otegi los parámetros. Mucha gente cree que la realidad es continua, pero la ciencia ha demostrado que está distribuida en paquetes. Un fotón, por ejemplo, es un paquete de luz. Lo malo es que una caja de puros puede ser un paquete bomba. El problema para las personas que no tenemos parámetros está en distinguir entre un puro y un cartucho de dinamita, o entre una violación digital y una normal. Incluso entre un incendio provocado y uno espontáneo. Por eso es de agradecer que haya gente como Aznar que no establece ninguna diferencia entre lo que dice y lo que quiere decir. "Normalmente", ha asegurado, "digo lo que quiero decir". Enhorabuena, hombre. Es un alivio esa muestra de simpleza en medio de toda esta complejidad.Vacas locas

No hay diferencia entre una vaca loca y una normal, pero te comes un hígado de vaca loca y se te llena de agujeros el encéfalo

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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