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Las urnas entran en los cuarteles

Juan Jesús Aznárez

Los militares venezolanos podrán votar en las presidenciales del domingo por primera vez en casi 50 años

ENVIADO ESPECIALTocado con boina roja, el distintivo paracaidista, el presidente venezolano, Hugo Chávez, advirtió en la noche del miércoles que vestirá uniforme y desenvainará el sable del libertador Simón Bolívar cuantas veces le dé la gana. "Mañana, la oligarquía chillará como un camión de cochinos". Decenas de miles de personas secundaron con vítores el sarcasmo del favorito en las presidenciales del domingo, un gobernante que despierta pasiones y aborrecimientos en los cuarteles, autorizados a votar por primera vez desde hace casi cinco decenios.

"La Fuerza Armada Nacional está dividida entre los partidarios de Arias y Chávez", declaró el general Juan Antonio Herrera, miembro del Frente Institucional Militar, constituido por unos 20 jefes y oficiales retirados y adversarios del comandante de paracaidistas que lideró el fallido cuartelazo del 4 de febrero de 1992 contra Carlos Andrés Pérez. El día 5, el comandante retirado Francisco Arias Cárdenas, compañero de Chávez en el golpe y hoy su principal contrincante por la presidencia, deploró que aquél vistiera de gala durante la conmemoración de la independencia. "Que saque sus manos de las Fuerzas Armadas. Eso genera incertidumbre".

Su politización parece un hecho, aunque no se han divulgado encuestas fiables sobre el grado de adhesión o rechazo a la revolución pacífica de Chávez, o a su insistencia en vestir uniforme en actos políticos, o declararse líder de un régimen cívico-castrense. El paso al frente dado en su contra por dos coroneles, dados de baja inmediatamente, y otros movimientos parecen demostrar que las filas no están tan prietas.

Difícil de precisar el grado de enconamiento y sus eventuales consecuencias; el ex presidente Pérez avizora una asonada castrense antes de fin de año. "No estoy metido en nada ni soy partidario de un golpe militar", precisó desde Miami. Los militares, con dos candidatos surgidos entre sus filas, coparon el debate electoral, y el domingo pueden votar cerca de 120.000, poco más del 1% de un padrón de 11 millones de electores. El artículo 330 de la nueva Constitución, aprobada en diciembre, consagra su derecho al sufragio sin que les esté permitido optar a cargos de elección popular o participar en actos políticos.

Desde el año 1958, después del derrocamiento del dictador Pérez Jiménez, hasta la victoria de Chávez, se impuso el veto al sufragio de los militares, establecido como una fuerza no deliberante y obediente al poder civil, extremos eliminados de la nueva Carta Magna.

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El ministro de Relaciones Exteriores, José Vicente Rangel, un veterano periodista, subraya haber dialogado con decenas de oficiales sin haber encontrado ninguna reacción hostil al Ejecutivo. "Ahora votan y pueden discrepar, pero de allí a hablar o pensar que hay un malestar es pura ficción".

Ningún crítico o conspirador manifiesta sus intenciones, y según las fuentes consultadas, los hay, y el asesinato es propuesto como solución entre los más radicales, agrupados en un grupo clandestino mencionado como tal por la prensa, la Junta Patriótica.

Apenas asumió la presidencia en febrero de 1999, Hugo Chávez se marcó entre sus prioridades una mayor participación castrense en la vida civil. Como primera medida, despachó a cerca de 60.000 soldados a reparar hospitales y carreteras, designó a jefes militares en cargos de importancia en el Gobierno y dio de alta a sus principales colaboradores en el frustrado golpe de hace ocho años. "El voto militar ha sido escogido en el peor momento en Venezuela", piensa el general retirado Fernando Ochoa Antich, ministro de Defensa durante el cuartelazo de 1992. "El país está dividido y esta división también entra en las fuerzas armadas. Nadie puede descartar un golpe, no dudo que pueda ocurrir".

El ex ministro señala que sectores dentro de los cuarteles maquinan para derrocar al Gobierno, objetivo improbable mientras Chávez disfrute del actual respaldo popular a pesar de la crisis económica y social. Muchos mandos medios proceden de la clase trabajadora y son receptivos al discurso del presidente. Francisco Arias Cárdenas se reclama depositario del descontento de los militares hartos de la crispación nacional y de la estrecha relación de Chávez con la revolución cubana.

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