Fin de fiesta en Conde Duque
En cuestión de gaiteros hay, dicho sea con el máximo respeto por todos, soplagaitas y músicos. Xosé Manuel Budiño pertenece, sin duda, a esta última especie: la de quienes tienen algo que contar. Se trajo como invitada especial a Mercedes Peón. Gran voz la de esta joven mujer que ha acometido un trabajo importante de investigación de las tradiciones populares por toda Galicia. Quienes no habían tenido la suerte de escucharla anteriormente se confesaban impresionados.Aparecieron también unas flamencas, no del cante jondo, sino de las que pueblan ciudades como Gante o Brujas: tres chicas con voces bien afinadas que, según dijo el gaitero de Moaña, se llaman Laïs y son número uno en Bélgica. Su presencia estaba tan justificada como la del ave zancuda que comparte nombre con los habitantes de la región de Flandes en el recibidor de casa. Nadie entendió qué hacían allí, salvo cortar de cuajo el clima.
Värttinä y Xosé Manuel Budiño
Susan Aho, Mari Kaasinen, Riikka Väyrinen y Kirsi Kähkönen (voces), Markku Lepistö (acordeón), Antto Varilo (guitarras), Pekka Lehti (contrabajo), Kari Reiman (violín), Janne Lappalainen (bouzouki, saxo) y Marko Timonen (percusión). Xosé Manuel Budiño (gaita, whistles), Leandro Deltell (batería y percusión), Xan Hernández (bajo eléctrico), Pedro Pascual (bouzouki, mandola), Xavier Díaz (acordeón) y Pablo Alonso (clarinete bajo).Jazztel Music. Patio Central de Conde Duque. Madrid, 26 de julio.
En la música de Budiño se atisban ideas interesantes, expuestas a veces de forma atropellada y desbocada: a menudo más cerca de la confusión que de esa fusión de elementos que él ha ido absorbiendo cual esponja. Tan confuso quizá como en Aire do cruceiro, en que salieron las vocalistas de Värttinä, chuleta en mano con la letra en gallego. Algo que valió más por la intención que por el resultado. Él está en una carrera de fondo, y por solidez y preparación parece capaz de salir airoso. Con esa gaita ardiente, como ha escrito Antón Reixa, con fuelle de humanidad internacional.Fin de fiesta para el festival Jazztel Music de este verano en el Conde Duque con un solista gallego, que despierta esperanzas entre tanta gaita desabrida, y un grupo finlandés, que basa su fuerza en las voces de cuatro mujeres que se mueven con sencillas coreografías de brazos y manos al estilo de los mangas japoneses. Una línea de instrumentistas masculinos sobre la tarima: violín, acordeón, bouzouki, batería, contrabajo y guitarra; Susan, Mari, Riikka y Kirsi, y su canto original y enérgico.
Agitando sonajeros y ristras de lo que parecían piedrecillas iniciaron Aïjö, con una de ellas poniendo la voz amenazante de Linda Blair en El exorcista. Luego se quedaron solas y revivieron el espíritu de aquellas reuniones familiares en un pueblo cerca de la frontera rusa, en las que se cantaban antiguos runos, canciones que escaparon de la occidentalización de Finlandia. Mezclaron sus temas más conocidos con los de su último disco, Ilmatar.
Babelia
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