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Reportaje:VERANO SOLIDARIO

Ayudar para comprender

A Eva Lozano, gaditana de 23 años, lo que más le preocupa es comprender para así complementar lo que ya ha aprendido como diplomada de educación especial y estudiante de psicopedagogía. Y de lo suyo se aprende en los libros, pero se comprende sobre el terreno. Quizás por eso lleva dos veranos pasando sus vacaciones en compañía de menores con problemas de comunicación con el exterior, un mundo de silencio y gestos imperceptibles denominado científicamente autismo. El centro de trabajo es la ludoteca habilitada por la Asociación de Padres de Niños Autistas (APNA) en el Colegio Juan XIII de Puerto Real (Cádiz).A su cargo tiene a un niño de cinco años, con el que se va entendiendo mejor cada día, aunque teme "que el verano se quede corto" para profundizar más en "su comportamiento". De cualquier forma, está cautivada por el pequeño, por sus guiños sutiles y sus leves avances. "Hacía ya dos veranos que trabajaba en proyectos similares, pero el año pasado comencé a trabajar con un autista y me parece más interesante, porque es un tema sobre el que hay más interrogantes que respuestas y donde ves que puedes ser útil".

En la ludoteca habilitada en el colegio se dan cita cada día una decena de niños, la mitad autista. Tienen tres, cuatro, cinco y seis años. Cada mañana, Eva y otros voluntarios reciben a los pequeños en las colchonetas, una zona que utilizan para la liturgia de la identificación con el lugar. "Cada día hay que repetir los pasos, decir sus nombres en voz alta para fomentar el conocimiento de unos con otros y para que sepan dónde se encuentran", explica la voluntaria, que acude a la ludoteca cada día, entre las 10.00 y las 14.00 horas. Podría hacer otras cosas como leer novelas de terror o tostarse al sol - "que son cosas que me encantan", dice-, pero prefiere la ludoteca. Allí, el grupo de voluntarios ha preparado varios talleres para los niños. Las manualidades son lo que más trabajo les cuesta; también se tiene que emplear a fondo para que los menores mantengan su atención en las actividades que se proponen, en los talleres de naturaleza, en el riego de las plantas y el conocimiento de los animales, en la construcción de cuencos de barro para que coman los pájaros. "No se sabe con exactitud por qué no hablan, pero tienen un lenguaje muy peculiar, al que hay que prestar oídos". Es una cuestión "de sensibilizarse con ellos", porque en el fondo subyace "un problema de relación", sostiene Eva, a quien le parece esta actividad una de las mejores opciones vacacionales.

Los padres y los amigos la animan a seguir con su actividad. "Hay días que me ven alicaída porque no ha salido nada o alguno de ellos estaba especialmente arisco. En esos momentos, encuentro el apoyo de mi gente". A través de esta actividad, Eva dice haber comprendido "a los que son capaces de hacer tareas humanitarias en África", porque dedicar su tiempo libre a otras personas "es como un veneno una vez que lo has hecho, como si te lo pidiera le cuerpo". Y la mente, porque a Eva lo que realmente le intriga es "saber qué se les pasará por la cabeza".

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