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Reportaje:VIDA COTIDIANA

La gimnasia filosófica de Oriente

Feng-shui

Cristina Antón, de 45 años, empezó a dar clases de tai-chi porque tenía problemas con su espalda. Dice que ahora no tiene casi dolores. Pedro Hernández, de 67, porque se casó su hija y se encontraba siempre de "muy mal humor". Ahora se nota con mejor carácter. "Al principio te parece que estás haciendo el ridículo en las clases, pero poco a poco vas perdiendo la vergüenza", afirma Antón.Para imaginarse una clase de tai-chi lo mejor es pensar en un grupo reducido de personas bailando una jota aragonesa proyectada a cámara lenta entre despejes de chilena y pasos de ballet. Todo ello a ritmo de marcha fúnebre. Pero son muchos los que empiezan y pocos los que acaban.

"Hay mucha pose. Hacen quince días tai-chi y luego se van. Vienen a ver de qué se trata, no les gusta y se vuelven al aerobic", afirma Fernando Rodríguez, monitor de artes marciales. El título de profesor de tai-chi lo otorga la Federación de wu-su, que se fundó en 1998 y que ya cuenta con más de 7.000 miembros, el doble que hace un año. Pero los federados se quejan de intrusismo. "Hay muchos chinos que dan clase sin tener título. Por el hecho de ser orientales se aprovechan, pero no tienen conocimientos", se queja Miguel Martín, miembro de la Federación.

El tai-chi no es el primer deporte que se trajo de Oriente. El yoga, proveniente de la India, se empezó a practicar en España a finales de los sesenta y, aunque vivió su época de gloria en los setenta, todavía le quedan adeptos, como el vicepresidente del Gobierno, Rodrigo Rato. El tai-chi se introdujo en España a principios de los ochenta y vivió un boom hace cinco años. "Aquí empezamos a aficionarnos a las artes marciales por las películas de Bruce Lee. Si querías aprender, o te ibas a China o te traías aquí a maestros chinos, y eso fue lo que se hizo", dice Martín.

Junto a los expertos en artes marciales, comenzaron a llegar de Oriente doctores especialistas en medicina tradicional china, que combina la acupuntura o curación con agujas, con los masajes o la medicina natural con hierbas. "Muchos médicos occidentales nos ven con recelo, pero cada vez más gente acude a nosotros a que pongamos remedio a sus dolencias", asegura el doctor Haoqing Liu, que reside en España desde hace 15 años.

La práctica del tai-chi y la medicina tradicional china no son las únicas influencias orientales que en los últimos años han llegado a España. El feng-shui, la forma de colocar los muebles según la filosofía oriental, está empezando a conocerse en Occidente. "Por ejemplo, si colocas tu escritorio hacia el noreste, tu creatividad aumentará. "Colocando ciertos muebles hacia el sur, mejoraremos las relaciones sociales", asegura Elsa Pagano, profesora de yoga y seguidora de la filosofía oriental. El feng-shui se ha utilizado en edificios tan singulares como el Banco Nacional de Hong Kong, ideado por el arquitecto Norman Foster. Arquitectos como Antonio Ortiz, han sido los pioneros en traerlo a España. "El problema con el feng-shui es que mucha gente cree que con comprar muebles de estilo oriental y colocarlos de cualquier manera ya se logran beneficios", afirma Ortiz, autor del edificio de la Universidad de Paraguay.Los que llevan años dedicados al mundo oriental temen que este boom se quede sólo en una moda. Elsa Pagano aplica la filosofía de Oriente en todas las facetas de su vida, desde el trabajo a su tiempo libre o a su alimentación. Además de las horas que dedica al yoga, Pagano hace meditación en cualquier momento del día, viaja por países orientales y toma alimentos naturales (frutas y verduras crudas, nada de carne). Sus lecturas preferidas van desde libros de esoterismo a historia sobre las religiones. "Con este estilo de vida, la gente no me echa más de 40 años, cuando en realidad tengo 65". Sus padres, que también eran profesores de yoga, fueron los que le inculcaron esta disciplina gracias a los libros de filosofía oriental que le leían por las noches cuando era pequeña. "Hay gente que se queda en llevar un colgante con el Jing o el Jang y en decir Ommm con los ojos cerrados, pero el mundo oriental es mucho más que todo eso", afirma.

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