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Tribuna:DEBATE
Tribuna
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Una cuestión de democracia

Insisto, el problema de la izquierda no es haber perdido las elecciones, sino la batalla de los valores, de las ideas, pues se están imponiendo los de la derecha liberal conservadora.Conviene en momentos de confusión recordar el origen de la izquierda. Ante un capitalismo que generaba enormes injusticias, los trabajadores levantan partidos y sindicatos que plantean la cuestión de la igualdad; ante un Estado liberal que no intervenía como poder redistribuidor y se limitaba a mantener el orden público, la izquierda reivindica el papel social del Estado y las políticas públicas.

El comunismo en su distorsionada versión de "socialismo real" plantea, de hecho, la igualdad versus la libertad y fracasa estrepitosamente. El liberalismo, en sus diferentes versiones, opone, en la práctica, la libertad a la igualdad, lo que conduce a crecientes injusticias; la línea reformadora -socialdemocracia, sindical, etcétera- intenta conciliar ambos objetivos en lo que conocemos como Estado del bienestar o modelo social europeo, que en el fondo es una profundización de la democracia.

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Ahora bien, este avance se produce, económicamente, en el marco de la revolución industrial y, políticamente, en el espacio del Estado-nación.

II. La revolución tecnológica actual -la era de la información, del conocimiento- y la mundialización mediática y financiera rompen los moldes del Estado nación, se escapan a su regulación, lo que origina un vaciamiento paulatino de la política, es decir, de la democracia y del Estado con el triunfo urbi et orbe del mercado y de poderes globales de origen no democrático. A las tradicionales quiebras de la sociedad industrial se suman otras diferentes derivadas de la nueva economía, por ejemplo, los que están dentro o fuera de Internet, etcétera. Pero ello no debe conducir a oponerse a la globalización, sino a su actual discurrir desregulado.

En este sentido, la cuestión hoy no es entre liberalismo/socialismo. Estamos ante un problema de democracia y es ahí donde la izquierda debe situar el centro del debate con la derecha. ¿Quién debe dirigir el proceso de cambio de sociedad en el siglo XXI? Unos mercados no sometidos a control alguno con las correspondientes organizaciones a su servicio -Organización Mundial del Comercio, Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, etcétera- o poderes políticos democráticos que respondan al interés general de los ciudadanos. Es decir, aceptamos el vaciamiento de la democracia o profundizamos en ella en todas las direcciones, ése es el reto. Por lo tanto, renovar la izquierda no es acercarse a la derecha o incluir más o menos dosis de liberalismo en sus postulados. Se trata de aglutinar una nueva mayoría social en torno a la conquista de una democracia avanzada, que globalice el bienestar, las oportunidades; que reparta mejor el poder, la riqueza, la cultura, el medio ambiente, que es la forma de ser cada vez más libres, más personas. Para lo cual sería necesario plantearse una nueva alianza social que vaya más allá de la tradicional de los trabajadores y las clases medias. Lo que hay que hacer es unir a los sectores punta que inciden en las viejas quiebras con aquellos que están creando lo nuevo. No se genera hegemonía con lo que decae sino con lo que se desarrolla, aunque sea incipiente.

III. Así pues, la izquierda no debería tener una visión "nacional" o eurocéntrica de la globalización. Por el contrario, debería afrontarla desde la solidaridad y la sostenibilidad a nivel global. Apostar por la regulación del mercado mundial de capitales y por un reparto de la riqueza a nivel planetario, única forma de introducir racionalidad en los flujos migratorios y evitar guerras y demás desastres. A partir de una Europa que tiene que convertirse en un sujeto político global con todos sus atributos -moneda, seguridad y defensa, espacio judicial, política económica y fiscalidad común, y un modelo social europeo- que esté basado en políticas públicas que han funcionado bien en sanidad, en educación, pensiones, en infraestructuras, oponiéndose a su privatización. Políticas públicas basadas en una fiscalidad suficiente y no en una "fiscalidad del deterioro" como está introduciendo la derecha. Porque el desarrollo de la individualidad exige derechos colectivos, pues de lo contrario se desarrolla la personalidad de unos pocos. En este sentido, el tan alabado "modelo USA" conduciría en Europa no sólo a mayores niveles de desigualdad sino también a la ineficiencia económica, pues no sería aceptado de buen grado por la mayoría. En conclusión, la izquierda española no debería situarse ni en las "terceras vías", ni en el "nuevo centro" ni en el "social liberalismo", o quedarse en la socialdemocracia tradicional, quizá válidas para otros países. Por el contrario, su reto consiste en levantar una nueva mayoría social con los sectores más avanzados de la sociedad en torno a un proyecto de democracia avanzada, que devuelva la hegemonía a los poderes democráticos y que democratice la riqueza y el bienestar a todos los niveles como condición de la expansión de la libertad.

Nicolás Sartorius es vicepresidente de la Fundación Alternativas.NICOLÁS SARTORIUS

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