Deuda y desilusión
(...) Es probable que este fin de semana, en Okinawa, (...) la deuda sea el tema central de una prolífica retórica. Pero buenas palabras y grandes promesas no sirven de nada para los países más pobres. (...) En Colonia se afirmó que la iniciativa a favor de los países pobres fuertemente endeudados se aplicaría rápidamente. Pero un año después se han condonado sólo 12.000 millones de dólares de los 100.000 prometidos, y (...) sólo nueve países, de los 25 acordados, han gozado de esa disminución de la deuda. De acuerdo con Ayuda Cristiana, los países pobres están pagando 21.900 millones de dólares por año a los países ricos, es decir, seis millones de dólares al día. (...) Además, la reducción de la deuda se ha convertido en una carrera de obstáculos debido a sus duras condiciones -gestión macroeconómica y reducción de la pobreza-, que dan al FMI y al Banco Mundial un gran poder para disciplinar las economías de los países en vías de desarrollo. (...) La disminución de la deuda es una parte pequeña del problema más acuciante de la globalización, que exacerba de modo cruel la desigualdad económica a nivel mundial. (...) Por desgracia, el subdesarrollo tiene una terrible capacidad de sumergirse en la espiral de pobreza, enfermedad, destrucción medioambiental e inestabilidad política. Para tratar de invertir este proceso hay que disminuir la deuda, pero esto no es suficiente. (...) La autoridad de los líderes mundiales será creíble si identifican los desafíos globales reales y actúan en consecuencia. Es para lo que han sido elegidos, y no pueden soslayar esta responsabilidad. (...)Londres, 21 de julio
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