"Los 'gay' en Madrid parecemos ciudadanos de segunda clase"
Alfonso Llopart, bilbaíno de 35 años y director de la revista homosexual Shangay, recibió a principios de año un encargo que le sorprendió. Tenía que recoger testimonios de personas de su entorno que hubieran confesado a sus familiares y amigos que eran gay. El resultado ha sido un libro, Salir del armario (Temas de Hoy), donde se mezclan las experiencias más personales con las frustraciones y vivencias de este grupo de amigos. Llopart llegó a Madrid cuando tenía cinco años. Licenciado en Arquitectura por la Universidad de Londres, empezó a trabajar en una oficina de prensa en Madrid hasta que empezó a editar Shangay, un pequeño fanzine que se distribuía en fiestas homosexuales y que ha pasado a ser un tabloide quincenal gratuito, del que se imprimen más de 60.000 ejemplares en papel cuché. Pregunta. ¿Cree que los homosexuales están discriminados en Madrid?
Respuesta. Depende de lo que se entienda por discriminación. En muchas cosas parecemos ciudadanos de segunda clase. Tenemos las mismas obligaciones, pero no los mismos derechos. Mayor discriminación creo que no existe. Y eso que en Madrid, como en todas las grandes ciudades, la tolerancia es mayor que en pueblos más pequeños. Pero no es raro leer en la prensa agresiones a homosexuales.
P. ¿Qué fórmulas propone para remediarlo?
R. Los partidos políticos tienen mucho que hacer ahí. Se necesitan leyes para que esta situación tan injusta cambie. También es importante que la sociedad alce la voz en contra de las injusticias.
P. En su libro también defiende la educación.
R. Tiene un papel fundamental. Hemos de hacer ver que dentro del rico panorama de la especie humana hay personas que tienen gustos sexuales diferentes de los de la mayoría y que no son bichos raros. Por eso es fundamental que gente popular y con una gran posición social salgan de ese armario y se conviertan en referente para los más jóvenes.
P. ¿Qué le parece el registro de parejas del Ayuntamiento de Madrid?
R. Como acto simbólico, puede quedar bien ir al registro y firmar en un libro delante de un funcionario, pero en realidad sirve de poco, porque no cambia en nada la situación. Por un lado, por lo menos hay algo, pero por otro, no nos podemos quedar ahí.
P. Uno de sus caballos de batalla es la adopción de niños.
R. No es una cosa tan fácil. No todos los homosexuales querrán adoptar a un niño. Es una decisión muy difícil y necesitas pasar pruebas, análisis y exámenes psicológicos. Tendríamos, por tanto, los mismos problemas que los heterosexuales. Desde luego, podría ser una solución para la tasa de natalidad tan baja que tenemos en España.
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