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Melchor, Gaspart y Baltasar M. VÁZQUEZ MONTALBÁN

Curioso país el nuestro, en el que debemos dividir las semanas entre las manifestaciones de condenas del terrorismo y la curiosidad por lo que pasa en el surrealista territorio del fútbol. De las atormentadas tomas de posición contra las recientes acciones de ETA, hemos pasado a unos días de sensaciones morbosas en torno a la elección del nuevo presidente del Real Madrid, bien llamado Florentino Pérez, nombre adecuadísimo para propietario manchego de tahona o de negocio de vinos y, en cambio, en este caso responde por un multimillonario de nuevo diseño, en condiciones de comprar a Figo y, si no puede comprarlo, de pagar todos los abonos a los socios del Real Madrid por una temporada. Abierta todavía la caja de Pandora de la victoria de Florentino Pérez, que es la derrota de Lorenzo Sanz, queda por decidir quién va a ser el presidente del Barça a partir del próximo domingo, presidencia que algo tiene que ver con el recientemente creado caso Figo, ya que una decantación clara del jugador por el pase al Real Madrid generararía un complejo de frustración indignada y de culpa exaltada en dos hemisferios diferenciados del barcelonismo.La elección de nuevo presidente del Barcelona planteaba duelos entre Melchor, Gaspart y Baltasar, obligado juego con los nombres de los tres reyes magos, aunque tres eran los candidatos y sólo uno se llama Gaspart. El señor Castells había preparado su candidatura para ejercerla más adelante y se ha visto sorprendido por la dimisión de Núñez, y en cambio Bassat ha sido el hombre nuevo en la situación nueva, avalado por sus éxitos como profesional mediático en una etapa en la que los clubes de fútbol se insertan dentro de la razón y la estrategia mediáticas. En los últimos días de campaña, Bassat ha presentado a Cruyff como una de sus decididas bazas, con lo que marca distancias definitivas con el nuñismo, de hecho rompe cualquier amarra con quienes le encargaron la organización de los festejos del centenario. Los tres aspirantes se habían prodigado en debates públicos, donde han aportado lo mejor de sí mismos y en el caso del señor Gaspart también lo peor de sí mismo, que, al parecer, él considera que forma parte de sus virtudes. La otra noche se presentó como unidad personal en lo universal: con sus virtudes y sus defectos, sabedor de que no puede desengancharse del nuñismo y que su única posibilidad de victoria le vendría de un voto del nuñismo sociológico que viera en el candidato Gaspart el heredero del rey de las esquinas. Todo lo bueno del nuñismo lo asumiría Gaspart e ignoramos qué hará de lo malo, porque el propio candidato forma parte de lo malo del nuñismo, como vicepresidente utilizado para representar la filosofía más radical, al tiempo que incapaz de asumir un resultado adverso o una situación de zozobra. Si gana Gaspart, que nadie se extrañe si de pronto abandona el palco presidencial para ver el partido desde una zona privada y oscura, a solas con sus temores y sus angustias. Si gana Gaspart, no se le podrán pedir explicaciones cada vez que mienta, porque repetidamente ha hecho alarde de que mentir por el Barça es éticamente tolerable, siempre y cuando, supongo, el señor vicepresidente o en su día presidente, le pida disculpas a la Virgen de la Merced.

Pues bien, a pocos días de las elecciones, el irreductible Castells, el rey mago que anunció que se iría a casa si no ganaba las elecciones, se ha ido a llamar a la puerta de la casa común del continuismo, en una operación de alianza con Gaspart que algunos asocian a más o menos secretas afinidades de militancia religioso-estratégica, aficionados Gaspart y Castells a seguir el mismo camino de perfección espiritual. Si detrás de Florentino Pérez en el Real Madrid está el poderoso dinero propio y el no menos poderoso dinero del naviero Fernández Tapia y del inversor multiterreno señor Lledó, detrás del continuismo representado por Gaspart asoma el presidente de parte de la patronal catalana, el señor Rosell, al parecer seguidor del mismo camino de perfección espiritual por el que prosiguen los pasos de Gaspart y Castells.

Si el fichaje de Castells por el posnuñismo frustra la idea trina de la cabalgata de los tres reyes magos, nos deja un duelo entre el reformismo regeneracionista representado por Bassat y su coalición (de Cruyff a Serrat pasando por el que esto suscribe y por la Lloll o por el ex ministro Lluch) y el continuismo rearmado por la espiritualidad que hoy representan Gaspart y Castells. Se veía venir el encuentro entre Gaspart y Castells para el que siempre contó el oportuno consejo del padre Escrivá de Balaguer, el fundador y teórico del Opus Dei, que en Camino recomienda para estos casos: "Te has portado bien..., aunque hayas caído así de hondo. Te has portado bien porque te humillaste, porque has rectificado, porque te has llenado de esperanza y la esperanza te trajo de nuevo al Amor. No pongas esa cara boba de pasmo. ¡Te has portado bien! Te alzate del suelo: 'surge', resonó de nuevo la voz poderosa, 'et deambula: ahora, a trabajar".

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