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María José

María José iba al concierto de Maná. Los asesinos ya había decidido por ella que sus planes se truncarían. Su padre, José María Martín Carpena, concejal del Partido Popular en el Ayuntamiento de Málaga, la iba a dejar en La Malagueta, pero los asesinos ya habían decidido que nunca llegaría. María José se ha quedado sin su padre y a partir de aquí va a tener que luchar contra toda la capacidad de generar odio que tenga su corazón de 17 años. María José querrá odiar y sin embargo tendrá que intentar olvidar para que su juventud no se vea doblemente herida. María José tiene derecho a que todos la ayudemos a liberar su corazón del sentimiento de odio porque tiene que seguir viviendo con el derecho a la paz, a la libertad, a la esperanza, a la felicidad, con el derecho a asistir con la misma alegría confiada con la que iba a asistir al concierto de Maná, a todos los que le queden por ver y disfrutar. Alguien tiene que ayudar a Elvira, su madre, a conseguir que María José siga creciendo y viviendo sin odio, a pesar de que los asesinos de su padre le han dado todo tipo de justificaciones para odiarlos eternamente.Los asesinos de José María Martín Carpena sí sienten odio, aunque sólo fuera por eso, por no ser como ellos, hay que intentar liberarse de ese sentimiento. Ellos, los asesinos, no sólo el fanático que ha disparado, sino todos los que están detrás de esta nueva acción siniestra, es decir, ETA, todavía no saber, y acaso acaben sus terribles días sin enterarse, que no hay más patria que el corazón en el que habita el nuestro.

La historia de los fracasos de la humanidad está escrita por fanáticos de las patrias todas, que han separado a los hombres a lo largo de los tiempos. ETA, fanática de la patria, asesina incluso a quienes viven en su patrio por no defender la misma terrible patria excluyente que ella defiende. La patria de ETA es una pobre patria, una triste patria que quienes tienen la obligación de dejar en evidencia parece que no se acaban de enterar. Ésa es su obligación y su responsabilidad. Por María José, niña andaluza, una niña más, una víctima más de esa idea de patria, terrible y mortal, que tiene ETA.

MARÍA ESPERANZA SÁNCHEZ

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