Traían casta
Es posible que cundiera entre la torería marbellí la voz de que los toros de Villamarta, terciados, con poca fuerza -se habían ido dejando los pitones en las encinas del camino- guardaban algo de casta, por lo que se dio la orden de machacarlos en varas. Una sola vara que, como el mítico plato único del convento, admitía de todo. Los toros aguantaron en pie y llegaron al último tercio con la boca cerrada, después de pegarse el lujo de perseguir banderilleros.Lo de El Cordobés en su primero se despacha con un diluvio de mantazos y cuarto y mitad de alardes. Toreó basándose en un ágil juego de piernas y en un constante guiar embestidas hacia afuera para, inmediatamente, correr como alma que lleva el diablo para ganar la posición que le permitiera volver a despedir la embestida. En el cuarto fue definitivamente coronado rey de las ranas y del mantazo, lo que le valió un sonado triunfo.
Villamarta / Cordobés, Rivera, Morante
Toros de Villamarta, desiguales de presentación, despuntados, bravos en su mayoría.El Cordobés: pinchazo y estocada (oreja); pinchazo y estocada caída perpendicular (dos orejas). Rivera Ordóñez: estocada trasera caída tendida, seis descabellos -aviso- y dobla el toro (silencio); media baja trasera (oreja). Morante de la Puebla: estocada honda, dos descabellos -aviso- y dos descabellos (ovación y saludos); cinco pinchazos y descabello (silencio). Se guardó un minuto de silencio en memoria de José María Martín Carpena. Plaza de Marbella, 16 de julio. Un tercio de entrada. .
Rivera lanceó con el mérito de echar la pata p'atrás; lo mejor fue el doblarse al comienzo de faena. Lo peor, todo lo que siguió: derechazos hacia afuera, brazo en alto el remate, e izquierdazos del mismo jaez. Los adornos, rodillazo y tente tieso, para terminar con brillantes carreritas llevando el toro pegado a sálvase a la parte, que el muy atrevido no se quedaba donde le proponía el matador.
El quinto vino a confirmar la geometría del toreo de Rivera: de abajo hacia arriba y hacia afuera para rematar con un paso adelante hasta alcanzar la grupa, todo ello con la muleta retrasada a un cuarto de pase y posterior doble remate. Ejemplar.
Tanta exquisitez vino a remediarla Morante con unas verónicas de buen corte. El de la Puebla quiso torear: lo malo es que el toro se le venía pronto y lo tenía que esperar en el camino, ya que no le daba tiempo a vestirse de domingo y lo cogía en paños menores. Las respuestas de Morante, en tan delicada situación, oscilaban entre salir corriendo o, bien, esperar una fracción de segundo para correr después. Faltó serenidad y sitio.En el sexto continuó el maratón, no en balde estamos en año olímpico. Morante está buscando algo y parece como si lo que tuviera que encontrar pudiera estar dentro de él y no fuera.
Los toros tuvieron casta; ahora bien, ninguno fue Bastonito. Los toreros, a correr, ahora bien, ninguno llegó a batir récord alguno. O sea, cutre y en clase pobre.
La metáfora del festejo fue la actitud del presidente, que, invitado a degustar manzanilla por una conocida casa comercial, terminó bebiendo a escondidas, como cualquier borracho anónimo.
La sociedad de Marbella está de vacaciones; lo malo es cuando los toros ejercen, pero es algo tan inusual que, cuando sucede, a todos les coge desprevenidos y da lugar a que ocurra lo que no tiene que ocurrir. Otra vez, que avisen, que aquí se viene en bañador y no a pasar un mal trago.
Babelia
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