Hermanas del Estrecho
Las localidades gemelas de Vejer y Chefchauen se reencuentran siguiendo los pasos de la historia
Desde que Sidj Alí Ben Rasid se casó con Catalina Fernández, en 1487, Vejer de la Frontera (Cádiz) y la ciudad marroquí de Chefchauen no han hecho más que parecerse. La mujer vejeriega tomó el nombre de Lal-la Zuhra una vez que abrazó la religión musulmana. A cambio, Chefchauen se convirtió en un Vejer con medina y mezquita.Los cronistas portugueses de la época, asentados en la Berbería, relatan cómo el emir construyó Chefchauen a imagen y semejanza de Vejer para amortiguar la nostalgia de su desposada. El próximo viernes, los ayuntamientos de ambas localidades van a firmar el acta de hermanamiento oficial, más de 500 años después de la historia de amor, y en un momento en el que el Estrecho de Gibraltar y las fronteras legales separan más que unen a ambos pueblos.
"Creemos que esta es una buena oportunidad para retomar relaciones, una coyuntura adecuada para provocar ese reencuentro de las dos orillas, cuando el pueblo marroquí se encuentra en situación crítica y se producen cientos de muertes en el Estrecho", explica Antonio Muñoz, presidente de la Asociación de Amigos del País, colectivo que ha impulsado la iniciativa.
De forma complementaria, entre el 19 y el 21, se celebrará en la localidad una extensión de los cursos de Verano de la Universidad de Cádiz bajo el título España y Marruecos: de los desencuentros históricos a un futuro común, en los que 25 ponentes de universidades españolas, marroquíes y francesas, entre otras, aportarán sus visiones sobre los procesos históricos que han afectado a la convivencia de ambos países, así como se trabajará "en abrir vías de entendimiento", afirma Muñoz, promotor también del curso.
La cal blanca -mezclada con los retazos añiles en Xauen-, el dédalo de calles y las arcadas de concepción arabesca prestan un innegable parecido a ambas ciudades, habitadas igualmente por artesanos y agricultores, en buena medida. Ambas ciudades se resguardan al abrigo de las murallas que rodean las villas y, en sus patios, conservan escaleras tortuosas que se desparraman sobre la cal, pozo, y geranios. Zaguán y empedrado, intrincados caminos que en Vejer recorrieron las cobijadas de saya negra y en Chefchauen lo hicieron con hábito blanco, preservando su intimidad, con un solo ojo vigilante.
"Todas las señas de identidad se repiten, el parecido es asombroso y hay una cultura y unos lazos comunes que ahora vamos a recuperar", explica el alcalde vejeriego, Antonio Jesús Verdú (PSOE). El hermanamiento va acompañado de un convenio a través del cual Vejer destinará cada año 1,5 millones de pesetas a programas y talleres de formación en su hermana gemela del norte de África.
La Asociación de Amigos del País también está hilando un acuerdo con colectivos marroquíes para promover intercambios de estudiantes de uno y otro lado del Estrecho. "Hay que alimentar el conocimiento de las lenguas propias, porque sólo a través de este tipo de cosas podremos ir a hacia colaboraciones y entendimientos sostenidos en el tiempo", sostiene Martín.
Las crónicas cuentan que fueron muchos los vejeriegos que se marcharon a la ciudad marroquí cuando los Reyes Católicos acogotaron la presencia musulmana en estas tierras. El hermano de Catalina, Martín Fernández, marchó con ella a tierras moras. Allí fundó Río Martín, el actual puerto de Tetuán. Catalina y el emir tuvieron dos hijos: Mawlay Ibrahim, quien dominó el norte de Marruecos; y Saaida Al Hurra, que fue durante más de 20 años gobernadora de Tetuán. "Son raíces nuestras a las que no podemos renunciar", señala Muñoz, "y que nos dan muestra de lo interesante e importante que resultó el intercambio de sangre y de culturas".
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