Familias
La antigua institución familiar se puede convertir en el mayor potro de torturas cuando a uno de los miembros se le tuercen los cables. Diego Sánchez, un padre de familia de la localidad de Bélmez de la Moraleda está convencido de que su hermano, primer teniente de alcalde, está detrás de la falta de respuesta municipal a su petición de vivienda social. Pero no se queda ahí la cosa, cree que es la mano ejecutora de la decisión municipal de exigir al juzgado que ejecute la orden de desalojo de la casa en la que ahora vive con su mujer y sus dos hijas.Se han hecho mala sangre entre los dos y, ahora, Diego Sánchez se enfrenta a un auto de procesamiento después de haberse negado a dejar su casa. El enfrentamiento lo va a tener que solucionar José Chamizo, que como Defensor del Pueblo tiene en su mesa el conflicto familiar.
Un mediador así lo necesitaría también la familia del PP de Jaén, que anda casi igual de revuelta, con peleas fratricidas, por el ansiado y disputado sillón de la presidencia provincial. Miguel Sánchez de Alcázar se quedará recluido en el sillón de la alcaldía de la capital y su delfín José Enrique Fernández de Moya anda buscando hermanos entre las corrientes del partido para asegurarse el puesto.
Quien quiere disputarle el sillón es Antonio Rodríguez, número dos del todopoderoso Ramón Palacios, que todavía no ha dicho públicamente esta boca es mía y aquél, mi candidato. Quizá esté esperando a que pase el lunes, cuando llegará hasta La Carolina Ana Botella para inaugurar los cursos de verano de la Universidad de Jaén.
Fernández de Moya anda poco hablador. Del congreso prefiere decir lo justo, pero sí está dispuesto a soltar amplia perorata sobre los socialistas. Por eso se sentó en un sillón con el edil Miguel Segovia en un intento de justificar lo injustificable. Quieren, nada más y nada menos, que argumentar el recorte de documentación que se ofrece a los partidos de la oposición rompiendo un estilo introducido en Jaén desde que se logró la democracia.
CARMEN DEL ARCO
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