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Figlio della grande Italia

Italia es grande di cuore y Toñín su profeta. A las tres de la madrugada, en un barrizal que crecía bajo la lluvia pertinaz, la estrella italiana ahora conocida como Tonino Carotone atacó las primeras estrofas de su Quest' amore cosi porco. Para el debú español de Tonino, la multinacional que le ha lanzado al estrellato había procurado arroparle con músicos eficaces y una segunda voz femenina solvente, pero a los primeros compases se vio que ni el conjunto andaba muy engrasado ni Tonino es una estrella fácil de seguir. "Notte di perros", dijo Tonino en su italiano macarra y macarrónico, al reencontrarse con Pamplona. Y tú que lo digas, Toñín. La estrella italiana ahora conocida como Tonino Carotone era antes un elemento del paisaje pamplonés conocido como Toñín.Toñín es uno de esos productos inequívocamente originarios que sólo ciudades con un pasado tan levítico y amurallado como Pamplona pueden producir. Cuando Toñín recordó su reciente biografía, "From Pamplona to Milano, para cantar con Celentano", me acordé del chisgarabís pamplonés de principio de siglo que dejó escrito: "Este librico, manual y guía, lo escribió Perico de Alejandría". Viendo a Toñín en Pamplona, es inevitable acordarse del arquetípico personaje local, en vías de extinción, que no conciliará el sueño de no haber espantado a una beata con un par de blasfemias gordas. Sólo un personaje así podría llamar a su primer grupo Cagando Duro y al último Kojón Prieto. Entre canción y canción, como era de esperar, Toñín lanzó sus proclamas en pro de una liga antivaticana.

En el gran país que comprende al Estado Vaticano, Toñín ha tocado con una orquesta de cincuenta profesores, todos ellos curados de espanto, y ha triunfado como Tonino Carotone con su Me cago en el amor. Italia cree ver en Carotone a un espíritu tan burlón y atormentado como el de los más auténticos y nobles bufones. Nadie es profeta en Pamplona. En Pamplona la noche era de perros y Toñín pasó como un meteoro en peligro de extinción.

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