"Cuando lo explicamos, la gente no se queja"
Pilar Simón bajó ayer a la farmacia de su casa y se la encontró cerrada. Tras leer el cartel que le anunciaba dónde había una de guardia, tuvo que andar unos diez minutos para comprar su receta. No le importó, porque creía "razonables" las peticiones de los boticarios.Muchos usuarios, que conocían de antemano la movilización de ayer, afirmaron que no les molestó. Algunos incluso habían adquirido sus medicinas los días anteriores.Tampoco notaron en exceso los cierres, porque se fijaron más servicios mínimos que una guardia de fin de semana. En Madrid, por ejemplo, había una farmacia abierta por cada barrio importante. "Si cierran, tendrán alguna razón de peso", señaló Raúl de Frutos, un usuario de Madrid.
"Cuando se lo explicamos, la gente no se queja, porque para ellos no somos importantes", señaló la farmacéutica Ana Barba.
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