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La respuesta a la prohibición de los desfiles protestantes paraliza el Ulster

La comunidad protestante de Irlanda del Norte respondió ayer con masivas manifestaciones y cortes de tráfico a la llamada de la logia orangista de Portadown en protesta por la prohibición de su marcha por el barrio católico de Garvaghy. Las calles comerciales de las principales ciudades quedaron desiertas desde primera hora de la tarde; la policía recibió avisos de bomba y contuvo varios incidentes violentos. Anoche, los lealistas concentrados en Drumcree volvieron a enfrentarse a las fuerzas de seguridad y dos personas resultaron heridas.

Los manifestantes volvieron a intentar forzar el paso hacia Garvaghy, pero la policía y los soldados presentes en Drumcrree utilizaron un cañon de agua para frenarles. También en Belfast, la capital norirlandesa, las fuerzas de seguridad tuvieron que hacer de separación entre los barrios católicos y protestantes, y fueron atacados con bombas incendiarias, piedras y otros objetos. La convocatoria de la logia orangista de Portadown logró paralizar la vida comercial y social de Irlanda del Norte. Los comercios cerraron sus puertas horas antes del arranque de la protesta, a las cuatro de la tarde, y el centro de las ciudades quedó prácticamente desierto. Incidentes violentos, incluidos el ataque a una vivienda con bombas incendiarias y la quema de varios vehículos, se repitieron en Belfast, Lurgan y otras localidades, lo que fomentó el aumento de la tensión en el ambiente.

En Portadown, foco de la disputa y cuna de la Orden de Orange, la policía evacuó la arteria principal en respuesta a un aviso de bomba. Para entonces, los manifestantes se habían dispersado hacia diferentes zonas de la ciudad con un objetivo concreto: bloquear las carreteras y puntos de acceso. "Es una protesta pacífica. Cortamos el tráfico de la misma forma que la policía construye sus barricadas para impedir el paso de la marcha de Drumcree", señaló el estudiante Houston Watson.

La táctica se repitió por toda la provincia. Centenares de personas invadieron las carreteras en un acto colectivo en defensa, explicó Watson, de "las libertades civiles y la herencia cultural protestante". Lograr que la marcha de Drumcree pueda concluir su itinerario tradicional por el barrio católico de Garvaghy se ha convertido en bandera del resentimiento de un sector de la comunidad protestante. Tras este objetivo se esconde la frustración por la actual situación política, con el Sinn Fein participando en el autogobierno y el miedo a que el Ulster termine uniéndose a la República de Irlanda. "No podemos claudicar. Lucho para que mis hijos sigan siendo británicos", corrobora Ruth B.

La protesta comenzó hace nueve días y conduce, cada noche, a enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, y a destrozos de viviendas e intereses comerciales. La escalada de violencia daña a la Orden de Orange y un creciente porcentaje de sus miembros se mantiene al margen. "La protesta no va a solucionar el conflicto", advirtió ayer David Trimble, primer ministro de Irlanda del Norte y hermano de una logia orangista. Al granjero Marshell Neill le costaba ayer hablar con orgullo de la actitud de sus cofrades orangistas de Portadown. "Cargar contra la policía va en contra de nuestros principios orangistas. Debemos mostrar fuerza sin lanzar misiles ni cometer actos de violencia", dijo.

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