Coordinación y medios
La violencia callejera, el terrorismo de sustitución que practican a diario los jóvenes emuladores de los etarras, ha crecido un 30,7% en el primer semestre de este año en relación al mismo periodo de 1999. En esta ocasión, los datos divulgados por el Ministerio del Interior coinciden con la percepción ciudadana y son coherentes con la estrategia de los violentos. Lejos del espontaneísmo de la "resistencia" juvenil y la solidaridad con los presos de ETA con que la explican los teóricos de la izquierda abertzale y algún interesado dirigente del PNV, la llamada kale borroka ha sido una actuación perfectamente planificada para "socializar" los efectos de la violencia con mayúsculas practicada por los terroristas y sustituir las ausencias de éstos, como se comprobó durante la tregua.No hay que ser profeta para temer que durante este primer verano tras el fin del alto el fuego de ETA se incrementen los actos de esta violencia callejera complementaria, aprovechando las fiestas que se suceden en las localidades vascas. Así lo han expresado los sindicatos de la Ertzaintza, que recuerdan que la protección a las personas amenazadas por ETA ha obligado a retirar a 390 agentes del patrullaje en las calles. Por ello han solicitado al departamento vasco de Interior que dedique más efectivos a prevenir las algaradas y que active los dispositivos que existieron antes del alto el fuego y del Pacto de Lizarra, para que los ertzainas no tengan que convertirse en meros "notarios" de los destrozos ya consumados.
Precisamente porque ese riesgo de escalada violenta existe, no termina de entenderse que todavía no se haya convocado la Junta de Seguridad del País Vasco, inédita desde 1996, pese a que el ministro Mayor Oreja y el consejero vasco Javier Balza lo anunciaran para mediados de este mes en la reunión que mantuvieron el pasado 7 de junio en Madrid. Si en alguna materia es urgente la coordinación es en aquellas que se refieren a la protección de los ciudadanos y de sus bienes. Además, entre las cuestiones que figuran en la agenda de la cita pendiente está la petición vasca de ampliar la plantilla de la Ertzaintza, compuesta por más de 7.000 agentes, en 500 adicionales para hacer frente a las bajas producidas en el cuerpo y a las nuevas necesidades.
La cantidad no es más que una variante de la eficacia policial y no compensa por sí sola el relajamiento político que la Consejería de Interior mostró hasta bien adelantado el fin de la tregua. Sin embargo, debe ser considerada junto al resto de las cuestiones pendientes en esta materia entre Madrid y Vitoria. De ahí la necesidad de que se reúna sin más dilaciones la Junta de Seguridad, el órgano que el Estatuto de Gernika estableció para la coordinación de las policías.
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