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Chirac y Jospin tratan de minimizar sus diferencias sobre el futuro de la UE

Borrascoso incidente

A juzgar por la seriedad de sus semblantes y de las miradas, incluso displicentes, que se intercambiaron en la tarde de ayer en una conferencia de prensa conjunta, el presidente Jacques Chirac y el primer ministro Lionel Jospin están lejos de haber puesto fin a sus diferencias. Como exigen las reglas de la cohabitación, Chirac y Jospin se comprometieron a "hablar con una sola voz" durante la presidencia francesa de la Unión Europea.Ambos dirigentes trataron de minimizar la crisis interna provocada por la polémica intervención de Chirac en el Bundestag, pero sus palabras, carentes de convicción, parecieron desmentidas por sus actitudes. El acuerdo mínimo pactado entre ellos parece consistir en deslindar el programa de la reforma europea, a discutir en los próximos meses bajo la presidencia francesa, del libre debate de fondo sobre el futuro de la Unión.

"Yo he expresado mi visión sobre el futuro de Europa. Cuando se quiere avanzar hay que iluminar el camino, porque de otra manera", indicó el jefe de Estado, "se corre el riesgo de tropezar con el primer obstáculo". Tal y como había hecho Chirac, el primer ministro se atuvo fielmente al guión y dijo incluso ignorar que hubiera existido un conflicto entre el Elíseo (sede de la presidencia) y Matignon (sede del Ejecutivo).

Tras asegurar que la presidencia francesa "se ha preparado con una unidad total de puntos de vista, después de un largo trabajo", Jospin añadió secamente que la discusión sobre el desarrollo futuro de la Unión Europea "pertenece al libre debate democrático y será tratado como tal". En lo que pareció una descalificación velada de la actitud de Chirac, el primer ministro reiteró que personalmente no quiere lanzarse "demasiado pronto" en esa discusión.

Chirac se aplicó a la tarea de disipar los temores que sus declaraciones en Berlín han suscitado en el presidente de la Comisión, Romano Prodi, con quien se reunió durante una hora. En aparente contradicción con esas manifestaciones, el jefe de Estado francés insistió ayer en el papel "central e irreemplazable" de la Comisión.

Aunque el "incidente" parece haber quedado oficialmente zanjado, el borrascoso cruce de declaraciones de estos últimos días debe dejar sus secuelas. El hecho de que el ministro de Asuntos Europeos, Pierre Moscovici, haya negado que el discurso de Chirac "sea el discurso de las autoridades francesas" resulta particularmente grave en la cohabitación francesa.Muestra igualmente que Jospin no va a permitir que el jefe de Estado se presente como el mayor abanderado europeo a costa de poner el dedo en asuntos sensibles que comprometen el éxito de la presidencia francesa de la Unión.

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