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La ciudad lúdica

Durante nueve días Vitoria se convierte en un escenario lúdico con el Festival de Juegos que inunda desde el sábado parques y calles de la ciudad. Son 14 zonas acondicionadas, 3.000 juegos y distintas áreas temáticas que convierten este evento en el de mayores dimensiones del continente dentro de su género.Cada año, la ciudad persigue revalorizar el juego como actividad de ocio, integrarlo en la vida ciudadana y unir a diferentes generaciones en torno a unas actividades sin edad. "A través de un elemento universal como es el juego se pretende potenciar valores tan importantes como la tolerancia, la convivencia y el respeto a los demás", señala el director del certamen, Gotzon González Auzmendi.

De esta manera, el céntrico parque de La Florida es el escenario de la Aventura ambiental, en la que juegos de reciclaje y utilización de materiales de desecho sirven para concienciarse sobre el cuidado del medio ambiente. Un tren y bicicletas de dos o cuatro usuarios, así como una ecoludoteca y un área de transportes no contaminantes completan este espacio. La plaza del Matxete se ha especializado en juegos de la solidaridad, con diversiones tradicionales de Euskal Herria y Europa.

"En la Virgen Blanca hemos buscado recuperar juegos tradicionales pero con una decoración especial", indica Auzmendi, al tiempo que muestra una espectacular pista para canicas, ubicada junto a escenarios típicos de los cinco continentes.

Los organizadores no se han olvidado de las nuevas tecnologías. En el palacio de Villa Suso se sitúan ordenadores y vídeoconsolas que comparten protagonismo con actividades de salón como billares, futbolines, trenes y una gran pista de coches. Una de las novedades de este año se centra en la plaza de los Fueros, donde se persigue unir el concepto lúdico con el deporte y se puede practicar por las tardes tiro con arco.

El presupuesto del festival asciende a 36 millones de pesetas, pero Auzmendi destaca la aportación "en especie" de instituciones como el Ayuntamiento y de entidades privadas. "En otras ciudades hay iniciativas similares, pero no se acercan a ésta en el número de horas de ocupación de la calle", indica Pilar Abella, responsable del servicio de Juventud municipal.

Los juguetes son aportados por los propios fabricantes, que los ceden a la organización, mientras que los decorados son artesanales. "Llevamos a cabo una adaptación a cargo de un equipo de personas que durante todo el año los construyen", señala el director del festival; "por ejemplo, el guari procede de África y allí se juega en la arena, pero aquí lo hemos reconstruido de acuerdo a nuestras posibilidades".

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"El destinatario no son sólo los niños, sino la ciudad", señala Abella. "Los mayores recuerdan su época infantil y a veces los abuelos quitan a los pequeños para explicarles cómo se jugaba en su época". Los chavales, mientras, aprovechan para divertirse a lo grande. El buen tiempo determinará el éxito de un evento que este año ha aumentado en dos jornadas el programa.

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