Asturias: las diferencias persisten
Los sectores enfrentados en el socialismo asturiano valoraron ayer la comparecencia conjunta el pasado sábado del presidente del Principado, el renovador Vicente Álvarez Areces, y el secretario general de la Federación Socialista Asturiana (FSA), Luis Martínez Noval, alineado con el sector mayoritario, de tendencia guerrista, como un intento de buscar un espacio para el acuerdo que permita superar las diferencias. Ambas partes advierten en todo caso, como lo hace el comunicado conjunto del sábado, que las discrepancias existen y que han colocado a la comunidad, gobernada por el PSOE con mayoría absoluta, en el "riesgo de una inestabilidad de las instituciones autónomicas".El documento conjunto difundido en la sede de la presidencia del Principado por Noval y Areces es la expresión de una voluntad de acuerdo y no aún del fin del enfrentamiento: "Hemos hecho esfuerzos a lo largo del tiempo pasado y los vamos a seguir haciendo en el futuro inmediato para acortar las diferencias que nos separan en asuntos muy concretos. (...) Nosotros somos también los únicos responsables de la solución de nuestros propios problemas", afirma el texto. El presidente de Castilla-La Mancha y aspirante a la secretaría general del PSOE, José Bono, reiteró ayer en Oviedo su amitad con Álvarez Areces y expresó su satisfacción con que se busque el acuerdo. "No voy a hurgar en las heridas", afirmó.
Pronunciamientos bienintencionados como el del sábado ya se produjeron, aunque no con una puesta en escena tan solemne e institucional, el 10 de enero, el 20 de marzo, el 12 de abril y en dos reuniones posteriores de la ejecutiva y del comité regional de la FSA. En ninguno de esos pronunciamientos, tampoco en el del sábado, participó el grupo parlamentario como tal, que es el núcleo del contrapoder guerrista al Gobierno removador de Álvarez Areces. Ayer, tanto cualificados militantes renovadores como destacados dirigentes guerristas aseguraron que se abre ahora un periodo para buscar el acercamiento, aunque se admite que "se ha ido muy lejos en las discrepancias". El próximo test del estado del conflicto será la designación por los grupos parlamentarios de los próximos representantes de la comunidad autónoma en los órganos de Caja de Asturias, dado que fue la ley de cajas, pactada por el sector guerrista con el PP y en contra de la posición del Gobierno, la que precipitó la crisis del PSOE el 23 de junio.
La división que vive el socialismo asturiano, aun cuando tiene analogías y similitudes más que evidentes con la que acabó en ruptura en el PP de la comunidad hace dos años, tiene singularidades que la diferencian de modo radical. La del PP fue una batalla inesperada y súbita, y no entre facciones, sino entre individualismos y por motivaciones las más de las veces personalistas. Incluso influyeron como desencadenante factores de estricta índole privada. En el PSOE de Asturias se trata de la exhibición pública de una tensión y un pulso entre tendencias políticas con las que los socialistas de la región vienen conviviendo desde hace un cuarto de siglo. Aunque en los sectores ideológicos y de poder ahora confrontados existan liderazgos individuales, la batalla es fundamentalmente política, y por eso tiene mucho más calado y profundidad pero también más capacidad de recomposición que la crisis del PP, donde las afrentas y odios, estrictamente personales, impidieron cualquier mediación.
Pero esa recomposición ya no será posible con acuerdos bienintencionados, fundamentados sólo en promesas de armonía y buena voluntad entre las partes, porque una componenda así entre los guerristas -mayoritarios en la Federación Socialista Asturiana y en el grupo parlamentario- y los renovadores -que controlan el Gobierno- sería tan efímera como lo fue el entendimiento que les permitió reconquistar el poder en Asturias hace un año y tan eventual como lo han sido desde el pasado otoño los sucesivos pronunciamientos de reconciliación realizados tras cada mediación del secretario general de la FSA, Luis Martínez Noval.
De enconarse la situación, y abocarse unos y otros a una crisis radical y a tumba abierta, como lo fue la del PP, ambos bandos socialistas tienen en su mano dos espoletas de incalculables consecuencias para hacer saltar por los aires la situación y que hace dos años no tuvieron a su alcance el entonces secretario general del PP, Francisco Álvarez-Cascos, y el por aquellas fechas presidente del Principado, Sergio Marqués, durante la brutal crisis que los enfrentó.
El sector guerrista del PSOE tiene la posibilidad artimética de presentar y ganar una moción de censura contra su propio Gobierno, posibilidad que no tuvo hace dos años el PP contra Marqués porque le faltó el apoyo de los socialistas. Pero ahora los guerristas, con 15 diputados, y a sabiendas de que el PP, con otros 15 escaños, le apoyaría contra Álvarez Areces -como se acaba de demostrar en la aprobación de la proposición de ley de cajas tramitada por la facción guerrista contra el criterio del Ejecutivo- derrotarían sin dificultad al presidente del Principado en una Cámara autonómica de 45 diputados.
A la inversa, Álvarez Areces dispone de un mecanismo, la disolución de la Cámara y la convocatoria anticipada de elecciones, que no tuvo en su poder Sergio Marqués, porque esta posibilidad fue incorporada a la legislación autonómica en la reciente modificación del Estatuto de Autonomía. Según esta norma, Álvarez Areces podría disolver el Parlamento regional a partir del próximo día 23, al cumplirse un año de la constitución del Gobierno.
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