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Columnas diáfanas, jardín umbrío

El claustro que hoy se conserva en San Jerónimo el Real es un espacio de dos plantas columnadas. De estilo renacentista tardío, se atribuye al arquitecto barroco italiano Juan Baustista Crescenti, autor del Panteón de Reyes de El Escorial. Otros lo asignan a fray Lorenzo de San Nicolás y lo fechan en 1672. Fue éste el arquitecto que diseñó la bóveda encamonada del convento de monjas de San Plácido, en la calle de San Roque. El cenobio fue escenario de un legendario endemoniamiento en el siglo XVII. Dentro del patio del claustro de los Jerónimos, con dos pisos de arcos, diáfanos los superiores, cegados los de abajo, hay ahora una decena de castaños y acacias. Tiene un aire umbrío y solitario. Sus arcadas poseen gran belleza; se asemejan a las de algunos claustros platerescos de Alcalá de Henares. Fue empleado para festejar bodas hasta septiembre de 1975, en que fue cerrado. En la contigua casa parroquial viven cinco sacerdotes, incluido su párroco. Están preparados para abandonar de forma inminente el recinto.

El suelo sobre el que se asientan el templo y el claustro es de naturaleza arcilloso-arenosa. Está dispuesto sobre el talud natural de una vaguada por la que discurre un arroyo subterráneo bajo el paseo del Prado. Los técnicos dicen que el suelo presenta la particularidad de mostrar tensiones horizontales más acentuadas que las verticales. Para decargarlas, la edificación que llegue a construirse bajo el claustro exigirá una técnica de acodalamiento: conectará paredes perimetrales con una estructura antideformante, que impedirá inestabilidades.

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