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Vara de justicia

"Ni Solana ni Milosevic, paremos la guerra". Escribir esta frase sobre las paredes de un hospital de Jaén le ha costado al militante de IU Francisco Javier Aguilera una condena de 72 horas de cárcel, repartidas en dos fines de semana, además de una multa de 18.000 pesetas. Firmó la sentencia la Ilustrísima doña María Dolores Fernández Gallardo. Recoger en la carretera a un emigrante clandestino magrebí y atenderlo durante unos días le ha costado a la administrativa gaditana Francisca Gil pagar una sanción de 250.000 pesetas, sanción que ha ratificado el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. Desconocemos los nombres de los magistrados que firmaron la sentencia.Sólo con estos dos ejemplos de los últimos días el Consejo General del Poder Judicial y la judicatura en pleno deberían hacerse la pregunta de para qué existe el poder judicial en una sociedad democrática. Los mismos periódicos en donde hemos leído estas bochornosas noticias nos informan de que mafiosos condenados por los jueces italianos se pasean libremente por Mallorca. Hemos sabido que órdenes de detención de conocidos narcotraficantes o no se firman o no se ejecutan, con lo que se hace imposible juzgar o hacer cumplir la condena al acusado.

El ministro Acebes ha presentado un plan de choque para reformar la justicia que, al parecer, plantea entre otras medidas rebajar el tiempo de formación práctica de los futuros jueces a fin de cubrir antes las vacantes. No soy yo quien para decir cómo se debe acceder a la carrera judicial y cuáles son los sistemas de formación más adecuados, pero sí creo estar en lo cierto si afirmo que sentencias como las dos citadas al principio ponen a la luz del día el serio problema de la adecuación de algunos titulares de la justicia con la realidad social española. Y es que hay carreras que no se deben aprender sólo empollando libros técnicos durante varios años. Seguramente abrir el Quijote alguna vez en la vida de un juez le reportaría alguna lección. Entre otras ésta que da el hidalgo loco a su fiel escudero: "Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia".

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