El primer ministro japonés dice a los indecisos que "se queden durmiendo"
El primer ministro japonés, Yoshiro Mori, ha aconsejado a los indecisos que "se queden durmiendo" y renuncien al derecho de voto en las elecciones de mañana en Japón para renovar los 480 escaños de la Cámara de Representantes (Cámara baja). Mori, que está en el cargo desde hace sólo tres meses, tras la enfermedad y posterior muerte de Keizo Obuchi, no se fía de las últimas encuestas, que dan una mayoría clara a su formación, el Partido Liberal Demócrata (PLD, conservador).
La probable victoria del PLD, coligado con el Nuevo Komeito (budistas) y un minúsculo grupo recién creado de tránsfugas liberales (Partido Conservador), se producirá más por deméritos de la oposición que por originalidad y propuestas de la actual coalición gobernante. "Es reflejo del divorcio cada vez más patente entre la población y la clase política japonesa", señala una fuente diplomática occidental.La crisis económica, de la que Japón está saliendo más lentamente de lo previsto, apenas ha sido abordada con detenimiento en el temario de la campaña electoral, una de las más aburridas que se recuerdan, según apuntan los expertos.
En tan sólo tres meses, Mori, debido a varias meteduras de pata, ha conseguido batir registros de impopularidad. Cuenta apenas con un 15% de simpatías, incluso por debajo del índice que tenía el recién fallecido ex primer ministro Noboru Takeshita semanas antes de que dimitiera a raíz del caso Recruit, en 1989, un escándalo de información privilegiada que hizo tambalear los cimientos del sempiterno PLD.
Sin embargo, el desierto de ideas o la inoportunidad de algunas iniciativas presentadas por los rivales (como, por ejemplo, rebajar el tramo mínimo del impuesto sobre la renta) hacen que sólo el fastidio o una mayor participación electoral posibiliten el triunfo del principal grupo de la oposición, el Partido Demócrata (PD), de Yukio Hatoyama. El PD es una formación residual de vida relativamente reciente (se presentó por primera vez a unas elecciones en 1995), en la que están tanto ex liberales disgustados como socialdemócratas desencantados. Más de un tercio de los encuestados no tiene aún tomada una decisión sobre a quién votar o si acudirá a las urnas. Por eso el temor liberal y que el factor sorpresa no esté completamente descartado. Nadie excluye que se produzca un vuelco, precisamente debido al fastidio y al rechazo que el PLD continúa despertando en las zonas urbanas.
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