"El insulto no es el camino"
Éste es un amplio extracto de las declaraciones de Juan José Ibarretxe tras la reunión con Aznar. Tras admitir que había encontrado "muchas diferencias" entre Aznar y él, señaló: "Tenemos que seguir trabajando y dialogando". Ibarretxe insistió en el rechazo a la violencia para conseguir objetivos políticos, pero recalcó que el problema vasco es anterior a ésta y recordó que su partido tiene más de 100 años. Abogó por el diálogo entre los partidos, al que el PP "debe incorporarse y abandonar su política de soledad", ya que "es importante conocer la propuesta del PP sobre esto. No basta con la apelación genérica a la Constitución y al Estatuto"."El único camino para la paz es dar por cerrada la época de confrontación y abrir una nueva de diálogo". Para lograrlo insistió en la necesidad de convocar una mesa multipartidista como el viernes aprobó el Parlamento de Vitoria. "Los únicos que se negaron fueron los del PP; buscar la confrontación abierta puede dar réditos electorales, pero puede que la fractura política se convierta en social". El lehendakari señaló que había trasladado ocho reflexiones a Aznar y que ambos constataron que "partiendo del común rechazo a la violencia, tenemos muchas discrepancias políticas". Precisó que la sociedad vasca demanda soluciones y no confrontación: "En una democracia no debe criminalizarse ninguna idea defendida por las vías democráticas". Recordó su compromiso con los derechos humanos y las libertades de cada uno de los ciudadanos vascos y llamó la atención sobre "el fondo y las formas" para resolver las diferencias entre los partidos. "El insulto y la descalificación no son el camino", dijo, y la existencia de la violencia "imposibilita la colaboración con quienes aceptan que se pueden imponer las ideas por la fuerza".
Ibarretxe insistió en que había transmitido a Aznar su "disgusto por los insultos y las descalificaciones en torno la nacionalismo vasco, a sus instituciones y al propio lehendakari" por miembros del PP y del Gobierno. "Ante las insistentes acusaciones de tratar de presentarme como el lehendakari de Lizarra", subrayó, "soy el que representa a todos los ciudadanos, que dirige sus actuaciones para preservar las libertades de todos los vascos". Se preguntó si estos "insultos graves", así como "las acusaciones de que el Gobierno vasco colabora con los asesinos", no supondrán "una imposición para renunciar a nuestras ideas y este no es el camino". A pesar de ello, se mostró partidario de hablar y añadió: "En todo caso, nunca voy a pagar con la misma moneda porque también es un problema de maneras y de educación".
Después de afirmar que entre la construcción vasca y el derecho a la vida él siempre apostará por lo segundo dijo: "El Gobierno de España se equivoca si su objetivo es neutralizar al nacionalismo vasco. El Estado debe velar porque todas las ideas se puedan defender en igualdad de condiciones". "La alternativa está en el diálogo para solucionar el problema de fondo", ya que una cosa es "la violencia terrorista de ETA" y otra "el conflicto de normalización política". "Gran parte de la sociedad vasca considera que Euskadi es una nación anterior incluso al Estado español y como tal tiene derecho a construir su propio futuro". "El objetivo es lograr la convivencia desde el respeto y el reconocimiento mutuo, y para ello hay que buscar los puntos de encuentro, ya que cuando se niega la identidad al otro se quiebra la convivencia y si no se repara se acaba en la ruptura". Se comprometió a "un final dialogado sobre dos pilares: el respeto a lo construido hasta ahora en el marco jurídico-político y, desde esta realidad, decidir libremente lo que queremos ser en el futuro, con respeto a los derechos humanos y con el compromiso de defender democráticamente esta ideas y de rechazar la violencia".
"No hay cambio de rumbo"
A continuación se reproduce el comunicado leído por el portavoz del Gobierno, Pío Cabanillas: "El presidente del Gobierno ha convocado al presidente de la Comunidad Autónoma Vasca, lehendakari Ibarretxe, al objeto de constatar, en primer lugar, si, habida cuenta del fracaso rotundo del Pacto de Estella, existía disposición por su parte para llevar a cabo un cambio de rumbo en la vida política vasca.El fracaso del Pacto de Estella y el enorme coste que la sociedad vasca viene pagando en términos de vidas humanas, en estabilidad y violencia, por la estrategia frentista y excluyente que Estella representa, exige, a juicio del Gobierno, una rectificación clara y creíble por parte de aquellos que, bien en ámbitos de responsabilidad de gobierno en distintas instituciones o en el ejercicio de responsabilidades partidarias, fueron firmantes o corresponsables de la estrategia de Estella.
Lamentablemente, no se ha podido constatar una voluntad inequívoca que permita pensar en un cambio de rumbo. Lejos de ello, se ha constatado la persistencia en los objetivos defendidos en el acuerdo de Estella. En segundo lugar, aunque se insista en centrar el debate en la existencia de un supuesto conflicto político, el único problema real en el País Vasco es la negación sistemática de la libertad y de los derechos fundamentales hasta el límite de la eliminación física de una parte de los vascos que desean un marco de convivencia plural, basado en el respeto a las reglas democrátcas sustentadas en la Constitución y el Estatuto de Autonomía.
La única criminalización y el único insulto que se sufre en la sociedad vasca, a veces de forma trágicamente irreversible, es el que utilizan los terroristas y quienes les apoyan. En ese sentido, no puede haber espacios equidistantes ni ningún tipo de coartada política o moral que lo pueda justificar. La democracia ni puede ni debe pagar precio político alguno a aquellos que pretenden conseguir sus objetivos mediante el terror. Ni la violencia ni su cese pueden dar lugar a contrapartidas políticas. Ni la existencia en el País Vasco de diversos proyectos políticos, por legítimos que sean, justifica que se pretendan imponer desde la exclusión.
Por todo ello, el Gobierno reafirma la validez del Estatuto (de Gernika) como único instrumento posible de normalización política, precisamente porque la sociedad vasca es una sociedad plural. El Gobierno valora y aprecia el diálogo institucional, precisamente también porque las instituciones que nos hemos dado democráticamente deben ser los lugares de encuentro. En este sentido, el Gobierno apostará siempre por el fortalecimiento de este diálogo desde las mismas bases democráticas e institucionales en las que pueden promoverse las iniciativas que, de verdad, busquen la unidad de los demócratas. El Gobierno entiende que este es el camino correcto y espera que sea asumido por quienes se ha apartado de él".
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