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Sanidad pretende cercenar en 1.000 millones el presupuesto del instituto de Barbacid

Los asesores de Villalobos aducen que el CNIO persigue líneas de investigación obsoletas

La joya de la corona de la investigación española sobre el cáncer está en peligro. La ministra de Sanidad, Celia Villalobos, pretende cercenar el presupuesto del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), dirigido por Mariano Barbacid, de los 3.300 millones previstos para 2001 a sólo 2.300 millones, una cifra que permitiría terminar el edificio, pero que impediría dotarlo con el equipo de investigación más básico. Fuentes conocedoras de la negociación aseguran que Barbacid, uno de los mejores oncólogos moleculares del mundo, dimitiría inmediatamente.

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Los agujeros del cinturón

La dirección general de Presupuestos del Ministerio de Sanidad señaló ayer que "se está en los primeros trámites de elaboración del borrador de los presupuestos" y aseguró que "no se ha contemplado ninguna reducción" en las partidas del CNIO. Efectivamente, el presupuesto del CNIO este año es de 2.300 millones. Estaba previsto aumentarlo a 3.300 millones para 2001, y la idea de Villalobos es recortar esa cifra a 2.300 millones: ninguna reducción, en cierto sentido.Algunos asesores de Celia Villalobos han asegurado a la ministra que las líneas de investigación que persigue Barbacid están obsoletas o incluso constituyen "vías muertas". Se trata de un curioso punto de vista. El principal proyecto actual del CNIO es un programa de patología molecular pionero en Europa, y en línea con la vanguardia científica norteamericana, tal y como subrayaron repetidamente los responsables del Ministerio de Sanidad en la anterior legislatura, encabezados por José Manuel Romay.

Por poner un ejemplo, el centro está desarrollando actualmente la tecnología de los biochips, un sistema para analizar rápidamente el genoma de cada persona y que será pronto una herramienta crucial para predecir el comportamiento de cada tumor concreto y, de esta forma, decidir el tratamiento óptimo en cada caso. Los biochips son tecnología punta, y el CNIO preveía suministrarlos a bajo precio a todos los hospitales públicos españoles. Si el programa se suspende, la sanidad pública deberá comprar los biochips a alguna de las 10 o 12 empresas privadas norteamericanas que se han lanzado recientemente a fabricarlos.

Por el momento, Barbacid dispone de 50 investigadores que trabajan en espacios cedidos en distintas dependencias del Instituto de Salud Carlos III, el gran instituto público de investigaciones médicas. La sede permanente del CNIO no estará acabada hasta julio del año que viene. Está previsto que su plantilla se componga de 470 miembros, de los que 370 serán investigadores.

Centro sin proyectos

Pero ese proyecto puede irse al traste, al menos en su actual forma: investigación de élite, directamente aplicable al tratamiento del cáncer en España, y dirigida por uno de los biólogos moleculares del cáncer más prestigiosos del mundo. El recorte presupuestario que quiere aplicar Villalobos impediría dotar al centro con los equipos científicos más básicos. Y Barbacid, según fuentes cercanas a la negociación, dimitiría como director del centro ante la imposibilidad de sacar adelante los proyectos científicos. Similar suerte podrían correr los dos fichajes estrella de Barbacid, los investigadores Miguel Ángel Piris y Javier Benítez.

En su comparecencia en el Congreso, el pasado día 13, Celia Villalobos habló de "seguir aumentando los medios del Instituto de Salud Carlos III", y mencionó explícitamente dos de sus proyectos de vanguardia, el CNIO y el Instituto Cardiovascular. Para este último, que todavía no se ha iniciado, Sanidad había fichado en noviembre al prestigioso biólogo hondureño Salvador Moncada, premio Príncipe de Asturias y uno de los grandes especialistas mundiales en la bioquímica de las dolencias cardiovasculares.

Las presiones presupuestarias parecen haber hecho mella en esas intenciones iniciales de Villalobos, porque fuentes conocedoras de la negociación aseguran que el Instituto Cardiovascular ha entrado también en el punto de mira de la ministra. Moncada había aceptado ya hacerse cargo del instituto, al haber recibido garantías de que los presupuestos de 2001 reservarían una partida de 1.600 millones para ponerlo en marcha. Ahora, esa partida tiene una alta probabilidad de caerse del presupuesto sanitario para el año que viene. De ser así, lo más probable es que Moncada renuncie a trasladarse a España.

Una oportunidad

El CNIO y el Instituto Cardiovascular son, a juicio de la comunidad científica, dos buenos ejemplos de lo que debe ser la investigación sanitaria en España. Sus infraestructuras y la alta calidad de sus líneas de investigación constituirían buenas oportunidades para traer a España a algunos de los mejores científicos, españoles o no, que actualmente trabajan en los grandes centros de investigación de todo el mundo. Y su integración en el Instituto de Salud Carlos III garantizaría que esas investigaciones se pusieran al servicio de la sanidad pública española, con un previsible ahorro de costes a medio plazo. Pero Villalobos parece más agobiada por el corto plazo.

Uno de los más vigorosos impulsores de ambos centros de investigación fue José Antonio Gutiérrez, el anterior presidente del Carlos III. Su destitución, una de las primeras medidas firmadas por Villalobos, fue considerada un mal augurio por los conocedores del sector. Los presupuestos de estos dos centros apenas superan el 0,1% del gasto sanitario público, pero seguramente suponen una tentación irresistible para una gestora en apuros.

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