_
_
_
_

CIRUGÍA El futuro de los trasplantes está en los animales

"El futuro de los trasplantes de corazón" y de otros órganos vitales "está en la producción de animales transgénicos cuyos tejidos sean compatibles con los de la especie humana. Si el logro tiene éxito, el trasplante de corazón será la mejor solución" para el paciente de enfermedades cardiacas y cardiovasculares, y una opción preferible a la "operación mediante by-pass". Este pronóstico lo hizo el pasado viernes en Oviedo el cirujano surafricano Christian Barnard -que realizó en 1967, en Ciudad del Cabo, el primer trasplante de corazón en el género humano- durante su intervención en el acto de clausura de la XV Reunión Nacional de Coordinadores de Trasplantes. Mientras lo decía, Barnard pulsó el mando a distancia para que en la pantalla donde hasta entonces había exhibido gráficas, estadísticas y fotografías de intervenciones quirúrgicas pasadas, apareciese el prometedor futuro que nos aguarda: la imagen de un cerdo ataviado con muy modernas gafas de sol en el momento en que saborea un cigarrillo con filtro. He ahí nuestro futuro donante.

Barnard cree que la "manipulación genética de animales" para dotarlos de características que permitan utilizarlos como proveedores de órganos vitales para el ser humano es la alternativa más esperanzadora para superar "la escasez de donantes" que con mayor o menor gravedad hay actualmente en todos los países. "Nuestros problemas hoy son los mismos que existían hace 30 años, cuando hicimos los primeros trasplantes de corazón: carencia de órganos y factores de rechazo".

El premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 1999, Enrique Moreno, jefe del servicio de Cirugía del Aparato Digestivo y de Trasplantes de Organos del Hospital 12 de Octubre, de Madrid, y especialista en trasplante hepático, sostuvo que el injerto heterólogo, con órganos procedentes de otras especies, debe ser "una investigación cautelosa y muy respetuosa".

En el caso del hígado, la morfología más similar a la del hombre es la del chimpancé, pero recordó que cuando en septiembre de 1970 se hizo en Denver (Colorado, EE UU) el primer trasplante de hígado de un simio a un ser humano, el receptor falleció a los 21 días. "Fue quizá un intento muy prematuro", dice Moreno.

En todo caso, señaló, los 89 intentos posteriores con chimpancés que se han llevado a cabo desde entonces en el mundo tampoco tuvieron éxito. Pero la esperanza existe y, al igual que Barnard, el especialista español sostiene: "Quizá cuando avancen los estudios genéticos e inmunológicos, puedan utilizarse otras especies".

La carencia de donantes sigue siendo un problema capital también en el trasplante hepático, agregó Moreno, y mientras se resuelve y pone a punto la utilización de órganos procedentes de otros mamíferos, el premio Príncipe de Asturias de Investigación cree que, en el caso de las enfermedades hepáticas, la solución tiene que residir necesariamente en el trasplante de donantes vivos.

El hígado es un órgano con gran capacidad de regenerarse y, por tanto, debido a la falta de órganos completos procedentes de donantes fallecidos, la cirugía abre la posibilidad de efectuar donaciones parciales de hígado -hígados reducidos- o bien de utilizar fragmentos de un solo órgano para dos receptores, una técnica que se denomina split. Asimismo, en este tipo de trasplante, también es posible utilizar la parte sana de un hígado enfermo.

En España, dijo Moreno, pese a que es uno de los países más generosos en lo que se refiere a donaciones, sigue falleciendo el 8% de los enfermos que hay en lista de espera para recibir un hígado. Esto ocurre pese a que en los últimos años se están utilizando, y "con resultados cada vez mejores", tipologías de donantes hasta ahora considerados "marginales", por sus características clínicas o por su edad avanzada.

Lo cierto es que los injertos de hígados procedentes de nonagenarios en personas más jóvenes han dado buen resultado. "Hace años era impensable que esto pudiera ocurrir porque se era muy estricto en la idea de que el donante no podía superar los 40 años", afirmó Moreno.

Pese a ello, la necesidad de ampliar el universo de donaciones se mantiene: "Estamos buscando donantes vivos. La sociedad debe entender este mensaje para salvar la vida de ese 8% de enfermos que fallece mientras espera un órgano", señaló este especialista.

El primer trasplante con donante vivo en adultos se realizó en España en 1995, pese a lo cual sólo se han efectuado dos hasta ahora. En el mundo se han llevado a cabo ya unas 180 operaciones de este tipo, excepto en Japón, donde no se acepta el concepto de muerte cerebral, señaló Moreno.

El premio Príncipe de Asturias de Investigación reconoce que el trasplante con donante vivo plantea problemas de ética, pero llamó la atención de que, mientras se acepta conmúnmente la donación de uno de los riñones, existe mayor reserva a hacerlo con una parte del hígado, lo cual, en su opinión, obedece a la "creencia ancestral de que el hígado es un órgano muy lábil, cuando no es así porque es el que mejor responde a la agresión y a la infección".

No obstante, España no sólo es, a juicio de Moreno, una de la sociedades "más solidarias" en materia de donaciones, sino que "la organización nacional [de trasplantes] es mejor que en otros países", y "los médicos y cirujanos españoles son tan buenos o mejores que los de cualquier otro país", por lo que, en su opinión, "la sociedad española puede estar tranquila".

Barnard, que se retiró de la práctica clínica en 1980 después de haber realizado alrededor de 140 trasplantes de corazón -desde entonces se ha dedicado a la investigación en Suráfrica, Europa y Estados Unidos-, está persuadido de que el objetivo capital de la medicina no es tanto "prolongar la vida" del enfermo como "mejorar su calidad de vida".

El cirujano surafricano llegó a esta convicción tras su segundo trasplante de corazón. El primer paciente falleció a los 18 días por una infección en una pierna que no se le había detectado. "Cometimos un error", dijo Barnard. La infección se extendió y el enfermo desarrolló una neumonía. El segundo trasplantado aguardaba entrar en el quirófano cuando se enteró de la muerte del primer paciente. Sin embargo, aceptó el riesgo. Aunque falleció un año más tarde, pocos días antes del óbito un reportero le preguntó si estaba contento de haber vivido un año más y el trasplantado aseguró que de lo que estaba feliz era de vivir mejor y de poder respirar. El séptimo paciente al que sometió a este tipo de operación logró vivir 23 años con el corazón de otra persona y falleció finalmente a causa de una diabetes.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_