¿Qué estudia el hijo de tu patrono?
IMANOL ZUBERO
Nos lo acaba de decir Confebask: trabajo hay, lo que faltan son trabajadores adecuados. El paro no es un problema de demanda de puestos de trabajo, sino de oferta: no es que haya poca gente dispuesta a contratar, sino poca gente dispuesta a (o preparada para) ser contratada. Según esto, el problema no es tanto de empleo cuanto de empleabilidad, entendiendo por tal la adecuación de los individuos a las condiciones que en cada momento existen en el mercado de trabajo. Se supone que quien no encuentra empleo es porque no cumple con esas condiciones; el problema está en el desempleado (al que más bien habría que denominar, desde esta perspectiva, "inempleable"), no en el mercado de trabajo. En las últimas semanas no dejamos de escuchar loas a la Formación Profesional y lamentos por la escasez de estudiantes que optan por estos estudios. Un estudio del Gobierno vasco ha descubierto que el 78% de los titulados en FP consigue empleo antes de tres meses. Ya está. Un dato más para sustentar la tesis neoliberal del desempleo voluntario. ¿Qué estás en paro tras haberte licenciado en la Universidad? A quién se le ocurre: haber estudiado FP, que tiene mejores salidas laborales.
La situación del mercado de trabajo, con altas tasas de paro, precariedad y subempleo, pesa como una losa sobre la Universidad, constituyendo un importante factor de desmotivación. Se cuestiona el sentido de la formación universitaria, pues, si no sirve para encontrar un empleo, ¿para qué sirve? La tentación puede ser reducir la Universidad a apéndice de las empresas, a suministradora just in time de mano de obra titulada según cual sea la demanda empresarial en cada momento. De hecho, esta es la senda por la que se adentran las universidades privadas de más reciente creación. Pero esta tentación presenta numerosos riesgos. El primero de ellos es el de vaciar la formación universitaria (y la vida universitaria, pues la Universidad es mucho más que una institución para la formación reglada) de dimensiones fundamentales. Está claro que la Universidad no puede ser una Academia Aristocrática que contempla con desdén, desde lo alto de su torre de marfil, cómo las transformaciones sociales mueren al llegar a sus muros, al igual que las olas mueren cuando se adentran en la playa. La Universidad debe ser una institución abierta a los procesos de cambio social y atenta a todas las necesidades de las comunidades humanas con las que entra en relación. Entre estas necesidades está la formación para la inserción en el mundo del trabajo. Pero habría que dejar claro que la Universidad debe cumplir esta función no porque se lo deba a las empresas, sino porque se lo debe a la sociedad. La Universidad debe responder a las demandas procedentes del mercado de trabajo, pero no sólo ni acríticamente. La Universidad no puede cumplir la función de preparar a los jóvenes para desarrollar una actividad profesional siguiendo sin más las exigencias de las empresas en la actual fase de reorganización de los procesos productivos. Seríamos irresponsables si permitiéramos que la política educativa la marque la dinámica económica, mucho menos con el caramelo de que así lograremos el objetivo de la inserción social.
Nadie se pregunta por qué la FP ha sido la hermana pobre de la educación en los últimos veinte años. La respuesta es sencilla: porque no facilitaba el acceso a buenos empleos. El objetivo de las familias era que sus hijos e hijas pudieran estudiar en la Universidad porque "una carrera es una carrera". La licenciatura universitaria era un factor a tener en cuenta a la hora de diseñar el futuro personal. Puede que ahora las cosas hayan cambiado. Puede que el mercado de trabajo -otra vez la maldita reducción a mercancía- esté saturado de determinadas licenciaturas universitarias y demande profesionales. Pero no olvidemos que esta situación puede volver cambiar en el futuro y que nos encontremos, entonces, con lamentos empresariales sobre la escasez de licenciados y la cantidad de estudiantes de FP que no encuentran empleo al acabar su formación.
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