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Tribuna:LA CRISIS DEL PAÍS VASCO
Tribuna
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La réplica de Arzalluz

El presidente del PNV, Xabier Arzalluz, ha replicado en caliente desde el barrio bilbaíno de Matiko a las declaraciones del presidente del Gobierno, José María Aznar, aparecidas ese mismo domingo en el diario La Vanguardia. En una intervención contundente, hecha en pie con atuendo campestre, arropado por algunas de las personalidades de su partido que se han pronunciado en tonos críticos sobre la estrategia adoptada de acuerdo con EH y paladeando las palabras, como sólo él sabe hacer, Arzalluz asegura que Aznar "se queda corto, el PNV es el problema vasco porque ETA se acabará un día, pero el nacionalismo democrático no". Que Dios le oiga, que se cumpla su pronóstico de acabamiento etarra, y que celebremos mientras su contribución democrática a reducir los plazos para la acelerada deserción de los asesinos.Luego Arzalluz dice que la estrategia de Aznar consiste en crear desánimo en el PNV para que tengamos miedo de lo que nos puede hacer y que alguno se asuste y se retire, pero "yo os aseguro", añade erigiéndose en criterio de verdad, "que ésos son los michelines del partido, la grasa que nos sobra". Actitud bíblica ésta de Arzalluz que se apunta al profetismo, que prefiere formar parte de ese resto de Israel, de esa minoría que mantiene la fidelidad perenne a la alianza con Yahvé. O sea, que parecería como si los disidentes fueran considerados excrecencias degenerativas, entorpecedoras, deformantes. ¿Hay en Sabinetxea algún proyecto de cirugía plástica?, ¿se extirparán los michelines?, ¿se hará el PNV la liposucción?, ¿o los señalados como discrepantes por el batasuno Carmelo Landa pasarán a ser nuevos objetivos de las armas combatientes, según temía ayer en el programa Hoy por hoy Iñaki Azcuna, alcalde de Bilbao, en sus declaraciones a Gabilondo? La solución, en el próximo número.

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Aparecen además resonancias evangélicas en el remedo presentado por Arzalluz de esa súplica de la noche triste de Getsemaní al señalar que "Mayor Oreja está rezando para que Dios aleje de él ese cáliz". ¿Por qué habría de ser un cáliz de muerte como el del huerto de los olivos la hipotética investidura de Jaime Mayor Oreja como lehendakari del Gobierno vasco? ¿Acaso puede dudarse de que Arzalluz, con su irrenunciable compromiso democrático, sería el primero en impedir semejante pronóstico? Después Arzalluz examina el supuesto de la candidatura de Mayor Oreja que hace coincidir con la decisión de HB de no presentarse a las elecciones vascas. "Sacaremos un montón de votos", dice, "y seremos el primer partido con más diferencia, aunque será difícil que sumemos más votos que PP y PSE juntos". Entonces Arzalluz aclara: "Me gustaría más que [Aznar] viniera a por nosotros porque ve en peligro la unidad de España, pero no, viene por sus votos, y eso es lo triste". Subyace aquí una idea que presenta como bajeza consustancial la búsqueda de votos. Pero la pugna por los votos que se resuelve en las elecciones es el sistema aceptado de confrontación pacífica para saldar las diferencias entre los partidos y graduar su legitimidad en el acceso al Gobierno de las instituciones. Mientras que la pugna por la unidad de España nos devuelve al campo del esencialismo, donde con tanto desparparjo se mueven algunos.

En resumen, como escribe Juan Aranzadi en el prólogo a la nueva edición revisada de su Milenarismo vasco (Ediciones Taurus, Madrid 2000), quizá no esté de más recordar a muchos periodistas y políticos que parecen convencidos de que en Euskadi las cosas están peor que nunca algunos rasgos de una época engañosamente cercana: el Estatuto de Autonomía del País Vasco se aprobó en referéndum en octubre de 1979, el primer Parlamento vasco se eligió en marzo de 1980, la sustitución de efectivos de las Fuerzas de Orden Público "españolas" por una Policía "vasca" que combatiera el terrorismo de ETA todavía no se vislumbraba. En el 81 tuvo lugar el golpe del 23-F y ETA estaba en el punto culminante de su "capacidad operativa" (232 atentados y 80 muertos en 1979; 219 atentados y 100 muertos en 1980; 219 atentados y 33 muertos en 1981; 254 atentados y 39 muertos en 1982) y gozaba aún de un considerable apoyo popular y de un grado de "comprensión" y de disculpa aún más desoladoramente notable. Continuará.

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