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El puente de Foster en Londres será retocado para que se mueva menos

Isabel Ferrer

El puente diseñado por el arquitecto británico Norman Foster y el escultor Anthony Caro para unir dos de los monumentos más singulares de Londres, la catedral de San Pablo y la nueva galería de arte Tate Modern, cuenta ya con un apodo popular: "el oscilante". Dicho apelativo se lo pusieron el pasado sábado los miles de turistas que, al atravesarlo juntos, provocaron un balanceo tan violento de su estructura de aluminio y acero que obligó a la policía a cerrarlo durante un rato. Sólo cuando los ingenieros confirmaron que podía soportar un cierto vaivén fue reabierto al público. Según el rotativo The Sunday Times, precisará de unos retoques para evitar problemas similares en el futuro.Convertido ya en una de las atracciones de la capital británica, el Puente del Milenio mide 320 metros. Después de 13 meses de trabajos la cuenta final ascendió a 18 millones de libras (casi 5.000 millones de pesetas). Roger Rodsell-Smith, el ingeniero jefe del proyecto, ha asegurado que resiste las oscilaciones porque se trata de un puente colgante. "De todos modos, habrá que ajustarlo para que la gente que lo use no tenga la sensación de que lleva una copa de más".

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