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Moscú confía en alcanzar un acuerdo con Washington sobre el START III antes de que finalice el año

La cumbre ruso-norteamericana del pasado fin de semana ha dejado tras de sí una mezcla de optimismo y pesimismo sobre el proceso de desarme atómico que tardará algún tiempo en cobrar una orientación clara. Ayer, el ministro ruso de Exteriores, Ígor Ivanov, mostró esa doble faceta. Primero, volvió a reiterar el "rechazo categórico" de su país al plan de escudo antimisiles con el que EEUU quiere protegerse de la amenaza de supuestos "países irresponsables". Después, aseguró que existe una fuerte posibilidad de que se llegue a un acuerdo antes de fin de año sobre el tratado STARTIII de reducción de arsenales nucleares estratégicos.Los presidentes ruso y estadounidense, Vladímir Putin y Bill Clinton, discutieron ayer por teléfono los pasos necesarios para poner en marcha los acuerdos de la cumbre del pasado fin de semana.El START II, firmado en 1993, fue ratificado en la Duma rusa el 12 de mayo de 2000, gracias a que la Cámara ya no está dominada por los comunistas. El texto prevé la disminución hasta un máximo de 3.500 de las cabezas atómicas de cada una de las dos potencias, en torno a la mitad de las que fijaba el STARTI. El compromiso establece que el proceso se complete en siete años.

Washington y Moscú están de acuerdo en que hay que ir mucho más allá, y ésa será la tarea que deberá cumplir el STARTIII. Un acuerdo de principio fijaba un máximo de 2.500 cabezas atómicas por país, pero mantener un arsenal de esas dimensiones, con las necesidades de modernización y de eliminación de armas obsoletas que supone, está fuera del alcance de una economía como la rusa.

Se considera que lo ideal para Moscú serían unas mil cabezas, aunque, al menos de momento, esa cifra ni siquiera se somete a consideración. La contraoferta rusa apunta a 1.500 ojivas por país. EEUU replica que eso le obligaría a alterar sus planes de defensa estratégica.

¿Se trata de un bloqueo insuperable como el que aparentemente se ha producido en torno a la guerra de las galaxias? En realidad, no. No resulta imposible un encuentro a mitad de camino. Washington podría aceptar rebajar el máximo previsto para el START III, y Moscú podría ser más flexible sobre el escudo anticohetes y la eventual revisión del tratado ABM de antimisiles balísticos.

Ayer, Ivanov destacó que Clinton y Putin se pusieron de acuerdo en la pasada cumbre en torno a la necesidad de reanudar la cooperación sobre el despliegue de un sistema anticohetes de carácter táctico que no obligase a alterar el ABM y al que pudiera asociarse Europa occidental.

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