Comedia

Tres pistoleros asaltan el supermercado y huyen escudados en los cuerpos de los rehenes. La policía se interpone y comienza un tiroteo. Aunque circulan a toda velocidad por angostas calles, el rehén consigue lanzarse al asfalto desde el coche y se salva. La policía continúa la persecución, pero los truhanes se escabullen. Titulares radiofónicos: "Espectacular atraco en un supermercado de Barcelona".El adjetivo "espectacular" se ha impuesto con naturalidad. Los locutores hablan de espectaculares terremotos en Turquía, pero también de espectaculares declaraciones políticas. La prensa diaria lo utiliza con mayor precaución porque el lugar propio del espectáculo está en los medios modernos: cine, radio y TV. Que un asesinato o un guiso de cebolla sea "espectacular" da a entender que su existencia depende de una clientela de espectadores. Supone que estos asesinatos, erupciones, guisos o atentados se producen sólo porque hay gente interesada en observar el fenómeno durante un ratito. Las asesinas de Cádiz querían ser "famosas".
En su libro El rapto de Talía cuenta Albert Boadella la irresistible tendencia de la vida cotidiana a convertirse en un espectáculo. Teatrales ademanes de políticos y futbolistas, asesoría de imagen para banqueros y delincuentes, escenografías episcopales y abertzales. Hace unas semanas los bomberos de Barcelona nos mostraban su culo. Ahora media España observa por el ojo de la cerradura cómo agonizan unos actores encerrados en su propia vida. Algunos manifestantes llamados de izquierda atraen la atención del público mediante charangas, drag queens, mimos o grupos folklóricos. Antes, sólo el ejército, la iglesia y la judicatura utilizaban disfraces, música y decorados. En la actualidad, hasta los de ETA son gente del espectáculo.
En consecuencia, el escenario está vacío. Sólo quedan espectadores en el patio de butacas, mirándose, declarando algo, asesinándose, guisando un plato de colibríes rellenos de cabrales, robándose, adhiriéndose a la democracia, atentando o exhibiendo su culo. No hay obra, ni autor, ni actores, pero el precio de la entrada ha subido bastante. Aunque no tanto como el precio de la salida.
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