L'Escuraeta
La olla es el grial de los pobres. La magefesa a presión de hogaño apenas ha perdido simbolismo frente a la de antaño de barro. El fer bona olla sustenta el vivir de las humanales vidas: tot és bo el que l'olla cou; el malvivir se asienta en no tindre amb què fer bollir l'olla. El Graal, eucarística copa o céltica caldera, fue útero divino y virginal de renovación del mundo, sublime vientre materno, nutricia, generadora de vida espiritual, fabricada -o con la madera del maldito manzano del bien y del mal, o, según otros, y es la versión que conviene a los valencianos, la obtuvo al vaciar la inmensa esmeralda de la frente de Lucifer- por Adán. Y, de la misma materia que el padre originario, de tierra, se crean los pucheros; arcilla y alfarero, al final, vienen a ser la misma cosa; nuestro pueblo dotó de espíritu los recipientes de barro, l'ànima del cànter se libera, al romperse.En Adán convergen, pues, las concavidades excelsas, en el tiempo. En el espacio confluyen en Valencia. Un mar de ollas envuelve el Santo Grial. L'Escuraeta es el mercado anual -regulado con sabios furs por los reyes de nuestra independencia-, desde la Marededéu dels Desemparats al Corpus, de los humildes productos domésticos de telúrico alfarero, lo que queda de una gran y medieval Fira de l'Ascenció, como todavía indican las campanetes, que se utilizaban tras la lectura del evangelio, instante litúrgico del despegue de Jesús, acompañando al volteo general del Miquelet. Éste fue el momento -Tot té el seu moment,/ sota el cel hi ha un temps/ per a cada cosa (Cohèlet, 3,1)-del comercio de la primigenia obra de terra, fabricada en mayo -Obra cuita pel maig dura mil anys-, más cara y fuerte, mejor, por creer que la tierra no esta emponzoñada ese mes en que el barro y el fuego se desean, se casan, fan més bona lliga.
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